Debates Políticos y el uso de la Munición de Grueso Calibre

  • Sánchez : «Usted es un indecente»

  • Trump: «Usted debería estar en la cárcel»

  • Le Pen: «No juegue a ser alumno y profesora»

Gil-Robles en un Mitín de la CEDA

Corría el año treinta y cuatro y los ánimos estaban más que revueltos en las Cortes de aquella España pre-bélica. Tenía el uso de la palabra Su Señoría José María Gil-Robles (de derechas por si no lo saben o son de esos ignorantes que creen que el Mayo del 68 fue en el 60) . (Zasca). Prosigo. Cuenta Luis Carandell en su libro «Se abre la sesión» que  desde lo alto del hemiciclo, en los bancos de la oposición, salió una voz que a grandes gritos señalaba: «Su Señoría es de los que todavía llevan calzoncillos de seda». Risas, voces, griterío siguieron a este exabrupto. Gil Robles esperó a que las aguas volvieran a su cauce, miró al diputado que le había interrumpido y le replicó de forma tan fina y elegante como sólo él sabía hacer: «No sabía que su esposa fuera tan indiscreta».

¡Ah qué tiempos aquellos!.  Esos cuando los penalties se fallaban a propósito porque se consideraba que era de poco señorío obtener tanta ventaja. Otrora en los que se consideraba una ordinariez vivir cerca de un comercio o cuando el saber estar era obligatorio tanto en las llamadas telefónicas (nunca antes ni después de las once) o incluso en el patíbulo, cuando, el «auténtico Señor» que iba a ser ajusticiado  debía de observar el hecho de dar propina al verdugo porque «el pobre no tiene la culpa de su trabajo». Faltaría más.

El honor. Ese extraño concepto al que no debía de faltarse y que pululaba por los duelos y los corredores de los palacetes está ahora de modé. Sobre todo en los debates políticos. Veamos unos ejemplos.

Pedro Sanchez y Mariano Rajoy

Bajar al barro y asegurarle a Don Mariano Rajoy que era un indecente fue demasiado. Aquel debate de diciembre del 2015 tuvo su culmen cuando el socialista decidió dar un golpe bajo y espetarle al Presidente en funciones:  «Un presidente del Gobierno tiene que ser decente y usted no lo es».  (¡ahí va, lo que le ha dicho! que pensó más de media España). Es más,  el candidato popular afirmó : «hasta aquí hemos llegado» … «es usted un Ruiz (ruin) y miserable, … y el agresivo Sánchez prosiguió : Ustedes lo único que han hecho ha sido devaluar los derechos de los trabajadores, han recortado todo menos la corrupción en su partido».  – ¡Madre mía, que tensión!. Se podía cortar : ¡Chaca!, ¡chaca! chaca!…. -«le ha subido usted el IVA hasta a ‘los chuches’ de los niños»-, etc…. Insultos y golpes bajos que retrataron al denostado Pedro Sánchez , cogieron a contra pie a Rajoy que trataba de defenderse en el fango , «Yo soy un político honrado. Jamás me han citado en ningún juzgado. Mis declaraciones de la renta son públicas. No me dedico a la política por dinero», .. e hicieron las delicias de Albert Rivera y Pablo Iglesias. No es de extrañar que unos días más tarde tras las elecciones y en la Moncloa,  su reunión no tuvo ni 10 minutos de duración. Era mucha tela la que afloró en aquel debate.

Hillary Clinton y Donald Trump

Lo de Trump es de aúpa. Su campaña fue de improperio en improperio. Calentaba los debates como solo él sabía hacerlo. Quiso llevar  a ex-amantes del esposo de Hillary a los debates y sentarlas en las primeras filas, luego amenazaba con meterla en la cárcel, la culpaba de que sus mails no estaban protegidos, la invasión de la Emabajada americana en Begashi, etc… Pura dinamita. Era un maestro del cuerpo a cuerpo. Zafio y poco políticamente correcto como él solo pero eso es lo que enganchó al electorado popular.

Le Pen y Macron

El último episodio lo vivimos el miércoles pasado alrededor del minuto veinte cuando el debate entre Marine Le Pen y Macron se vió enzarzado en temas económicos, cifras macro, y otros en donde el Ministro de Economía de Hollande nadaba como pez en el agua con sus tecnicismos y su experiencia. Fue entonces cuando la dulce fascista formuló la siguiente frase: «Veo que está jugando a ser la profesora y el alumno conmigo pero, por lo que a mi concierne, eso no va conmigo». Esta frase es simple y sencilla y en España, no tiene más significado que el que es, pero Le Pen y en Francia sabían muy bien el Golpe Bajo que había dejado caer.  Es más,  con su mención de dar lecciones, Le Pen podría estar repitiendo el reproche de François Mitterrand a Valéry Giscard d’Estaing: «No soy tu estudiante», que dijo, en un debate en 1981 -pero no. Disparó en la línea de flotación de Macron. Estaba aludiendo definitivamente a la vida privada romántica de Macron y su esposa, Brigitte Trogneux.

Se conocieron en 1993, cuando Macron estaba en la clase de Teatro de Trogneux en un colegio jesuita de Amiens. Él tenía quince años. Ella Tenía veinticuatro años de edad, estaba casada y tenía tres hijos. (Uno no puede dejar de preguntarse lo que el ex marido de Trogneux debe pensar del hecho de perder a su esposa con un adolescente,  y que éste se convierta, décadas después, en el presunto Presidente de la República). Su hija mayor, Laurence, estaba en la clase de Macron. 

Así que conociendo el calvario que Macron pasó  para ganar su felicidad, lo hace aún más interesante, incluso emocionante, verlo emerger como un poderoso campeón de la familia moderna en sus múltiples formas. Sin embargo, Le Pen, y sobre todo su padre y fundador del Fente nacional, han hecho circular rumores de que Macron, , era esencialmente un eunuco. Como un golpe en la virilidad de Macron, en la la línea de ese rumor omnipresente, que es que Macron es gay y mantiene según el rumor una relación con el jefe de Radio Francia, Mathieu Gallet.

Ya en febrero, Macron evitó los cotilleos de un modo bastante elegante, diciendo: «Si me dicen que llevo una doble vida con el Sr. Gallet, es porque mi holograma se ha escapado» (uno de sus oponentes, Jean-Luc Mélenchon) Pero su respuesta al comentario de Le Pen sobre su falta de hijos fue algo más serio y lleno de inquina, un rechazo apasionado del orden social decrépito que limita la filiación a un hombre ya su semilla . «Sentí en nuestro país un inmenso temor al futuro de la familia», dijo a una multitud de treinta mil seguidores, mientras Trogneux sonreía en la audiencia. «¿Sería yo un enemigo de la familia porque la mía es un poco diferente, y lo reclamo totalmente?». Una vez que los aplausos se apagaron, continuó: «Escuché el mensaje del Frente Nacional esta mañana. El señor Le Pen me dijo: «No tienes derecho a hablar del futuro, porque no tienes hijos.» Sr. Le Pen, tengo hijos y nietos de corazón. Es una familia que tienes que construir, es una familia que tienes que conquistar, una familia que no te debe nada, y que nunca tendrás! «

Tal vez habría sido agradable oírle afirmar que no necesitaba descendencia de ningún tipo para preocuparse por el destino de la humanidad, pero el orgullo de Macron por su familia poco convencional y su insistencia en su legitimidad, sin embargo, parecía una especie de necesidad . Si es elegido, los líderes de Francia, Alemania y el Reino Unido tendrán cero hijos biológicos entre ellos. (Angela Merkel tiene dos hijastros: Theresa May y su esposo de treinta y seis años no pudieron tener hijos, y habló del dolor de esa realidad después de que una rival política sugiriera que tenía más de una estaca en su camino que May en su deseo de ser madre.) Quizás porque no estaba cargando el peso  de un género entero al tomar en cuenta sus decisiones, Macron parecía completamente a gusto. Estaba diciendo que su familia sería lo que hizo de él, y que esto era motivo de celebración, no de sospecha ni de compasión. Su plataforma refuerza su retórica, haciendo mención especial de la «diversidad de las configuraciones familiares» – parejas casadas, parejas en una unión civil, parejas que cohabitan, padres que están juntos, padres separados, familias monoparentales, familias combinadas, Y las familias de padres del mismo sexo- y prometiendo asegurarles iguales derechos bajo la ley. (El presidente de La Manif pour Tous, un movimiento influyente de conservadores sociales, muchos de ellos católicos, ha instado a los miembros del grupo a votar en contra de Macron, llamándolo «el candidato abiertamente anti-familia».)

Durante el debate, Le Pen y Macron finalmente pasaron de la economía, aterrizando en la cuestión de P.M.A., o la procreación médicamente asistida. Le Pen -que ha estado tratando de evitar un cisma con el ala socialmente ultra conservadora de su partido, encabezada por su sobrina, Marion Maréchal-Le Pen- se opone a la tecnología, diciendo que debería reservarse a las parejas heterosexuales con problemas de infertilidad. Macron, por el contrario, quiere hacer P.M.A. Disponible para mujeres solteras y parejas de lesbianas. (En cuanto al matrimonio entre personas del mismo sexo, que fue instituido en Francia en 2013, Macron lo apoya, diciendo «es un enriquecimiento de lo que la familia es en Francia», mientras que Le Pen aboga por un regreso a un sistema civil-sindical) Tomó el tema de la subrogación, que es ilegal en Francia. Ni Le Pen ni Macron se proponen cambiar eso, pero Le Pen acusó a Macron, que cree que los niños nacidos de subrogación en otros lugares deberían ser reconocidos en Francia, de «crear redes de subrogación en el extranjero». La respuesta de Macron fue brutal: si era un Imprudente de hacer bebés, entonces ella era una niñera descuidada, feliz de dejar a los niños «morir en la calle» en lugar de darles ciertos beneficios si no eran ciudadanos franceses.

Esta noche veremos quien se lleva la victoria pero se echa de menos aquella otra política, esa educación, ese estilo de aquellos oradores de antaño y no esta incorrección en el hablar, vestir, debatir que no ayuda ni a la democracia ni a sus representantes.