Deuda con triquiñuela

Supongo que es una buena noticia eso de que Alemania se pueda pasear enseñoreada por el futuro año 2015 sin emitir un solo bono de deuda. Aunque también me pregunto si lo que quieren realmente las fauces hambrientas del sistema financiero es que doña Alemania vaya por libre el año que viene.

Mientras unos tienen para no endeudarse más, otros convencen a la ONU para que estudie el desarrollo legal de sistemas de reestructuración de la deuda. Sí, eso mismo que cuando lo propone un profesor de ciencia política es que está abocando a un país a la ruina. Eso mismo que hasta ayer, como quien dice, era poco más o menos que mentarle la bicha a quienes se dicen inversores y a los que se les empieza a llamar con el calificativo más suave que merecen: buitres.

Me pregunto qué pasaría si hubiera que hacer un reset y poner todos los contadores a cero. Es decir, si de pronto toda la deuda soberana de todas las naciones se dejara a cero. Seguramente no habría cuerpo que lo soportara, pero también hace diez años los expertos decían que el barril de Brent jamás podría subir de los 30 dólares durante más de un mes, y ahí lo tienen, desde que empezó a subir, y salvando la corrección de 2008, rondando los 100 dólares y con unas fluctuaciones de quitar el hipo. Pues el mundo ha seguido existiendo, a trancas y barrancas, pero tirando. Si Alemania puede permitírselo, quizá los demás también, con alguna que otra triquiñuela. Es cuestión de proponérselo.

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