El futuro de economía española pasa por el autoempleo y la colaboración

Se trata de considerar el fenómeno emprendedor como un fenómeno social, no sólo como el resultado de una actuación individual, prestando especial atención a las fases iniciales de la creación de empresas y propiciando la orientación de la actividad empresarial hacia proyectos innovadores y de alto valor añadido.

El informe del CES arranca con el análisis de la evolución empresarial durante el periodo analizado 2008-2016, en el que España registra los mayores niveles de mortalidad empresarial frente a los principales socios comunitarios, produciéndose una caída neta de 223.000 empresas con asalariados (de 1.667.865 a 1 de enero de 2008 a 1.444.673 el 1 de enero de 2016). A partir de 2015, sin embargo, se empieza a observar que el número de empresas que se crean en España supera al número de las que desaparecen. A 1 de enero de 2016, el número de empresas era un 0,8% superior al mismo día de 2015.

Cabe señalar que durante el periodo de crisis también surgieron nuevas iniciativas empresariales. Algunas tomaron la forma de autoempleo, mientras que otras mostraron una mayor vocación empresarial; es decir, responderían a la identificación de la existencia de oportunidades de negocios, algunas con vocación internacional desde su nacimiento, y se concentrarían en los sectores de mayor dinamismo, dedicándose en gran parte al sector servicios. A pesar de la destrucción neta de ocupación, estas nuevas iniciativas empresariales generaron el 40% del empleo creado cada año por el conjunto del tejido empresarial.

Aquellas empresas que durante esos años fundamentaron su crecimiento y la creación de valor en aspectos como la innovación, la orientación internacional de su actividad, la inversión en capital humano o el establecimiento de estrategias de colaboración, habrían presentado menos dificultades para sortear la crisis.