“Jope, lo siento” (by Rajoy)

Me gustaría aceptar de buen grado las disculpas del presidente del Gobierno. Pasarle una mano por lo hombros, decirle algo reconfortante como que estas cosas pasan hasta en las mejores familias, y desearle mucha suerte para que no le vuelva a asomar ningún sinvergüenza en un tiempo prolongado.

Lo haría, si no fuera porque no me creo sus disculpas. No puedo creerme que un hombre como él, venido al mundo en el año 1955, y que con 26 añitos se estrenaba en política como diputado en las primeras elecciones autonómicas gallegas, haya llegado hasta donde haya llegado sin ver asomar siquiera la patita de la corrupción en su partido. Porque no olvidemos eso, que don Mariano nos pide disculpas, a usted, a su primo, a su parienta y a mi menda, en nombre del PP, en nombre de todo el Partido Popular, así, sin distinción ni matices. Para qué.

Que si me dijeras que, como Zapatero en su día, Rajoy pasó de diputado gallego raso a mandamás sin darle tiempo a pasar por la casilla de salida, aun podría creerme su inocente ingenuidad. Pero que no. Que desde aquel 1981 y hasta hoy le hemos visto desfilar como pluriministro de José María Aznar, como superviviente contra todo pronósitico del fratricidio después de aquello, y mucho antes al frente de la Diputación de Pontevedra o en la Comisión de Control Parlamentario de RTVE. Mucha tela para colarnos que «ahora» conoce que hay corrupción en su partido. Y que lo siente. Y que pide perdón.

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