La transición energética busca renovarse bajo el nuevo gobierno

El nuevo Ministerio para la Transición Ecológica, a cargo de la antigua Secretaria para Cambio Climático de Zapatero, Teresa Ribera, podría en teoría acelerar la aprobación de la legislación que regula dicha transición:  la Ley de Cambio Climático y Transición Energética que aún se debate en el Congreso. Sin embargo, si dicha ley no se plasma en un texto consensuado, no habrá estabilidad regulatoria, requisito indispensable para el éxito de la transición energética. En esto han coincidido los ponentes de la mesa redonda “Transición Energética: retos del nuevo gobierno», celebrado hoy jueves por la Asociación de Periodistas de la Información Económica (Apie).

 

EXPECTATIVAS SOBRE EL NUEVO GOBIERNO

Sobre la ministra Ribera, los ponentes se pronunciaron favorablemente. El Director de Regulación de la Asociación Española de la Industria Eléctrica, Pedro González, considera positivo que sea alguien con experiencia en la administración e implicada en el desarrollo de los debates recientes. En cuanto a sus expectativas puntualiza que sería deseable una gestión basada en el “diálogo, la planificación y el compromiso regulatorio”, aunque es consciente de que la configuración política del Congreso condicionará la gestión.

La verdadera incógnita es cuál será la aproximación del gobierno al debate sobre la Ley de Cambio Climático y Transición Energética. ¿Va a seguir las recomendaciones del informe de la comisión de expertos?, ¿va a adoptar la posición del gobierno anterior?, o por el contrario, “va a proponer algo nuevo?”. Si ya hay una postura definida el sector y la sociedad se ahorrarían un tiempo valioso ya que “todo el proceso legislativo desde que comienza la discusión hasta su publicación en el BOE puede tardar mucho tiempo”.

 

ESTABILIDAD REGULATORIA, DIVERSIFICACIÓN, PLANIFICACIÓN Y AUMENTAR EL I+D

En su intervención, el Presidente de la Asociación de Empresas de Energías Renovables (APPA Renovables), José Miguel Villarig Tomás, destacó tres principios rectores que, a su juicio, deben tenerse en cuenta para lograr una transición energética exitosa.

En primer lugar, una mayor diversificación del ‘mix’ energético actual a fin de reducir la dependencia de las fuentes no renovables, sin perder de vista que esta diversificación puede y debe significar también complementariedad entre algunas de las energías.

Además, y aunque sea de perogrullo, un plan para transitar a energías menos contaminantes presupone una planificación a medio y  largo plazo, que, según Villarig, “es todo lo contrario a la improvisación que ha venido ocurriendo”. En tercer lugar, el representante de APPA destaca la necesidad de aumentar la inversión en investigación y desarrollo (I+D), la cual tiene la ventaja adicional de generar empleo fijo.

El informe de la comisión de expertos para la transición energética, publicado hace unas semanas, refleja que el camino andado hasta ahora no ha cumplido con los aspectos mencionados, y que de momento no se perfila una estrategia nacional clara para abordar las complejidades del tema.

El meollo del asunto es fácil de enunciar pero, desde luego, difícil de ejecutar: cumplir con los objetivos de reducción de emisiones de CO2 establecidos por Bruselas y, al mismo tiempo, aumentar la productividad del sector energético.

Villarig sostuvo que “el gran cáncer es el déficit de tarifas acumulado”, sobre todo desde 2005, el cual ha generado a las empresas deudas que “no nos atrevemos a repercutir al consumidor”.  Estas deudas han impedido a su vez que se realicen las inversiones necesarias para el logro pleno de los ambiciosos objetivos de reducir el 20% de las emisiones en 2020 (con respecto a sus niveles de 1990), el 40% en 2030 y entre 80-95% en 2050. Otra tarea pendiente es la “armonización de  la fiscalidad”. Al respecto, Villarig aseguró que “mientras en España la fiscalidad repercuta en un coste 6% mayor que en Francia o Portugal se dificultará exportar” en condiciones competitivas.

 

LA TRANSICIÓN ENERGÉTICA: UN CASO ATÍPICO DE TECNOLOGÍA REZAGADA

La planificación para transitar hacia energías menos contaminantes asume que se producirá el cambio tecnológico necesario para dicho tránsito. Sin embargo, la realidad es que a diferencia de casi todos los cambios industriales en este caso la tecnología no lidera, sino que marcha a la zaga. Según la Secretaria General de la Asociación Española del Gas (Sedigas), Marta Margarit, “el cambio climático nos ha obligado a forzar que la tecnología nos ayude a cumplir las metas”, pero “cuando hablamos de objetivos no sabemos realmente si vamos a llegar a ellos” pues no conocemos de antemano “que vamos a tener en términos tecnológicos en el futuro”.

En lo que atañe al rol del gas, Margarit afirmó que el sector gasista está encaminado a cumplir el objetivo de reducción de gases invernaderos de 20% en 2020, acotando que evitó 25 millones de toneladas de CO2 en 2017. Destaca además que ello ha sido posible porque el sector ha sido exitoso compitiendo con otras formas de energía. Así, en el caso del gas el crecimiento económico habría sido compatible con la sustentabilidad ambiental. “El gas también está prestando gran ayuda en la introducción de renovables (eléctricas y no eléctricas)”, así como en el área de movilidad híbrida, puntualizó Margarit.

 

LA DESCARBONIZACIÓN PASA POR EXTENDER LA ELECTRIFICACIÓN

La transición va a suponer extender el uso de la electricidad. La descarbonización pasa por “electrificar al menos el 60% de los usos energéticos” explicó Pedro González, quien apuntó además que “en la medida en que seamos capaces de aumentar la electrificación podremos aumentar las renovables”. Aunque González no duda que la generación eléctrica estará 100% libre de emisiones en 2050”, cree necesario llegar a este punto mucho antes. Sin embargo, considera que para lograrlo no bastan los esfuerzos del sector eléctrico.

Destacó además que una tarea pendiente será resolver la contradicción que supondrá pedirle a los consumidores que se desplacen hacia la energía eléctrica sin poder garantizar que los precios bajen.