Las Banderas Azules costaron a las Comunidades Autónomas 130.000 euros

Cada región paga entre 165 y 240 euros por playa candidata

Como si de una lucha se tratase, las Comunidades Autónomas compiten para alcanzar un mayor número de playas de calidad, una distinción que otorgan las Banderas Azules. Contar con una de éstas supone a las distintas regiones un desembolso económico, pero “no es que nos den un dinero por esto, estamos trabajando codo con codo para que el alcalde, que no paga nada, pueda ondear una Bandera en las playas de su municipio”, explica José Sánchez, presidente de ADEAC – FEE.

España cuenta con 686 de estas enseñas: 586 en playas y 100 en puertos deportivos, ocho más que en 2015. Que una bandera azul ondee en una playa es un privilegio que cada vez más países desean. “En 2016 se ha seguido aumentando el número de países candidatos y playas y puertos galardonados. Ello indica el creciente reconocimiento social a nivel mundial de las señas de identidad de Bandera Azul”, explica el documento de la Asociación de Educación Ambiental y del Consumidor (ADEAC). Pero, ¿qué necesita una playa para ser Bandera Azul?

Primero, las Comunidades Autónomas pagan una cuantía económica por el número de playas que se presentan al proceso de selección. Esta cuantía asciende a entre 165 y 240 euros por candidatura. Luego, la Fundación para la Educación Ambiental (FEE) valora las características de las costas para decidir, según cumplan o no con los criterios, a cuáles otorgan tal distinción y a cuáles no. Así, el peaje que tuvieron que pagar las CCAA en 2015 por tener un buen número de playas con bandera azul fue de 130.000 euros.

Obtener el galardón no es fácil, ya que las zonas litorales deben hacer frente a más de 29 criterios de selección que, en la mayor parte de los casos, cuentan con carácter de cumplimiento imperativo. Muchas de estas reglas se corresponden a aspectos relativos a la calidad del agua y del medio natural, mientras que otras normas tienen que ver más con cuestiones de señalización o acceso de la zona. “Una playa puede ser candidata a Bandera Azul si ha sido designada oficialmente a nivel nacional como una zona de baño con, al menos, un punto de muestreo para el análisis de sus aguas de baño”, según se desprende de los criterios exigidos por ADEAC-FEE.

Estos puntos de muestreo facilitan calificar el agua y deben realizarse, al menos, ocho muestras al año, según el sistema de principios exigido. La ausencia de vertidos industriales, aguas residuales y otro tipo de sustancias contaminantes y basuras también se imponen como condiciones de obligado cumplimiento.

Sin embargo, no siempre la conservación del medio litoral va en la misma dirección de las necesidades de los bañistas. La gestión de las algas y el resto de vegetales es un claro ejemplo de ello. “Las algas marinas y demás restos de vegetación son depositados de forma natural por las mareas y las olas en la arena de algunas playas. Se trata de algo inevitable y que debe ser aceptado, en tanto no se convierta en un claro perjuicio para los usuarios de la playa. Ello significa, en la práctica, que debe evitarse que se acumulen hasta un punto en que puedan constituir un peligro o resultar insalubres para el público”, dictan desde la asociación encargada.

Historia

La subvención de este programa recaía, en un principio, en la Comisión Europea. Durante 11 años (hasta 1999) estuvo financiando las diferentes candidaturas hasta que el programa sobrepasó los límites europeos, extendiéndose al resto del mundo.

Ante tal situación, la Organización Mundial del Turismo (OMT) tomó el relevo del programa y sin apoyo económico. Fue entonces cuando José Sánchez Moro, uno de los fundadores del proyecto Banderas Azules, reunió a las diferentes administraciones públicas españolas para buscar un sistema alternativo para su supervivencia económica. “Decidí reunirme con las Comunidades Autónomas y los tres ministerios implicados para llegar a un acuerdo”, explicó Sánchez.

Ahora se rige por un mix públicoprivado en el que la Secretaría del Estado aporta 35.000 euros y las Comunidades Autónomas la cuantía mencionada anteriormente. Todo ello, con el objetivo de hacer frente a los costes de muestreos y demás gastos que supone.

Y los ganadores son…

Debido a las características del litoral español, unas comunidades autónomas tienen más playas con bandera azul que otras. Las cifras varían dependiendo de la zona, pero el ranking lo lidera la Comunidad Valenciana con 125 playas, cinco más que el verano anterior; Galicia con 123, ocho menos; y Cataluña, que suma nueve Banderas y alcanza las 98.

La asignación de banderas azules para este verano contempla una sorpresa. Las Islas Baleares, una de las principales zonas turísticas de nuestro país ha perdido 12 banderas y, dentro de ellas, 11 pertenecen a la isla de Ibiza. La razón, “porque prefieren no pagar a tener que poner las instalaciones que piden ellos, como los Lavapiés. Esto significa que va a haber más gente y se rompe el ecosistema natural, lo que supone un inconveniente para la playa no es para nada casual. Sin embargo, Sánchez, desmiente a la activista del medio ambiente: “La isla ha perdido 11 enseñas, porque no se han presentado al concurso, lo han reconocido los propios alcaldes. De hecho, Baleares lleva sin pagar su tasa desde 2011 y nunca hubo problemas”.

No es oro todo lo que reluce: banderas negras

Pero ¿son de verdad las costas españolas un motivo de orgullo nacional? A pesar de todas las pruebas a las que tienen que hacer frente nuestras playas para llegar a ondear este emblema entre sus Cada región paga entre 165 y 240 euros por playa candidata A. C. D’Aniello Y. Peña Las Banderas Azules costaron a las Comunidades Autónomas 130.000 euros El temazo… Turismo Junio 2016 Diario Financiero 5 mástiles, si atendemos al último informe publicado a finales de mayo por la Agencia Europea de Medio Ambiente acerca de la calidad de las aguas de baño comunitarias, España sería el tercer país –teniendo también en cuenta las cuencas fluviales- con más zonas no aptas para pegarse un chapuzón, solo por detrás de Italia y Francia.

“Según el informe europeo sobre Calidad de Aguas de Baño, España se sitúa por debajo, ya que es el tercer país de la Unión Europea con más casos de contaminación y 31 de ellas se consideraba que deberían estar cerradas por reiteración en el tiempo”, admite Mejías.

A eso añade que, a pesar de que “estamos por debajo en cuanto a calidad de agua, tenemos como punto a favor las reservas marinas que están luchando contra todo esto”. De hecho, “Alicante es pionera. Allí se formó la primera reserva marina de España y es un modelo que se está exportando al resto de países de Europa”, concluía sobre la cuestión.

Atendiendo al informe de la organización ecologista, llama la atención que algunas de las galardonadas con el título de bandera azul, obtienen, además, el dudoso honor de contar con una enseña negra.

“Nosotros hemos asignado banderas negras a playas con banderas azules. Después, cada región presenta sus propios informes –si quieren- de banderas o zonas negras, por lo que estas proliferan y suelen coincidir la mitad con este reconocimiento”, explica la propia Mejías sobre este asunto.

“La bandera azul no contempla que en la playa se acumule basura palpable, bolsas de plástico o vertidos –continuaba-. Tú vas a una playa y tiene basura acumulada durante todo el año y en época estival se limpia por ser una playa masificada, pero durante el resto del año no se cuida. Es un galardón para la galería”.

Sin embargo, Sánchez Moro discrepa en este punto con la ecologista. “Nosotros decimos siempre que el programa consta de un concepto de sostenibilidad que no tienen en cuenta otros galardones similares –explicaba el presidente-. De hecho, es viable económicamente, es racional ecológicamente y es equitativo para la población local”.

Todo cuidado es poco cuando, como explicó Sánchez, “una playa es un espacio público, un bien común cada vez más escaso y frágil que tenemos que aprender a compartir. Hay que tratarlo con un criterio de igualdad de oportunidades, salvaguardia de la salud y cuidado del medio ambiente”.

Adrián C. D’Aniello/Yasmina Pena