Flanigan cumple 25 años

Madrid, julio de 2012.- Apenas tres metros separan el mar y la eslora de los barcos de recreo más imponentes de Europa de la terraza fetiche para la jet set que amarra en Mallorca. Un escenario de sueños y caras conocidas que nació de la mano de Miguel Arias, empresario pionero y de éxito que en verano cuelga la camisa para atender en mesa a su fiel clientela: auténticos fans de diversas culturas y procedencias, capaces de volar 1.000 millas en una noche solo para disfrutar de un vaso de su gazpacho helado.

Desde 1987 “dando bien”
El restaurante tiene su origen en Cercedilla en 1967, cuando su propietario y artífice adecentó un modesto local de su pueblo natal bajo el nombre de Flanigan. Allí servía la música más puntera e inédita en España, traída en vinilos desde el otro lado del charco a golpe de teléfono y correo postal. En definitiva, lo que la gente quería y nadie más ofrecía. Así, a sus 18 años Miguel Arias ya apuntaba maneras de emprendedor visionario y pronto expandió su magia y swing a hoy conocidos negocios turísticos y hosteleros de España y el mundo.

En 1987, un año después de la inauguración de Puerto Portals, su know how fue reclamado para convertir en un producto reconocible, singular y Premium el llamado Bar del Puerto, del que solo conserva el cartel de bienvenida en uno de sus rincones y la esencia de ser el alma del puerto, un meeting point creado a base del boca a boca “ahí dan bien de comer”. El Flanigan mallorquín respondía a esa necesidad del que comanda un barco durante días (o no) de ver y dejarse ver, de sentirse mimado, atendido y libre, de poder pedir hasta lo imposible y nunca tener que mirar al reloj.

Para ello apostó por una cocina abierta ininterrumpidamente de 13:00 a 24:00 h., tan mediterránea como internacional, que abarca desde unas croquetas de chipirones, la tortilla española (como Dios manda) o el pan con tomate a unas sápidas y al dentes gambas blancas, langostas, bogavante o lubina. De formato informal y pionero para un restaurante de lujo, la carta de Flanigan recoge hoy en día todos esos platos que su parroquia no ha permitido quitar: calamares fritos, gambas al ajillo, rabas con mahonesa picante, arroces variados (paella, negro, con gambas, de verduras o fideuá), macarrones de cine, langosta frita con patatas y huevos, su inimitable gazpacho, servido en vasos de barro congelados, o su famosa tarta fina de manzana. Una carta fija que se completa con nobles pescados y mariscos del día y sugerencias fuera de carta.

La variedad se extiende a la carta de vinos, presentada en un innovador formato tabloide que permite ver de un solo vistazo sus más de 300 referencias, entre las se incluyen desde vinos sencillos pero muy buscados hasta auténticas joyas de la enología. Y es que, como dicen en la isla, “en Flanigan se pueden tomar unas croquetas con una botella de Petrus”.

Escenario de sueños
A excepción de las dos mesas corridas del interior, Flanigan es todo terraza. Una terraza amplia, cubierta por nuevos y sofisticados toldos abatibles y asomada al puerto deportivo, que de día es escenario del ir y venir de los yates de lujo y paseantes del muelle y de noche se presenta mágica, casi teatral bañada por los reflejos del mar, y de lo más animada y concurrida (en verano pasan cerca de 500 comensales la noche por sus cien mesas).

En definitiva, un espacio privilegiado que este año se completa con una nueva zona de barra y mobiliario lounge para tomar copas entre horas o después de cenar y en el que destaca su servicio de alta escuela. Y es que, cantera de algunos de los mejores chefs y maîtres del país, Flanigan cuenta con un equipo entregado, diligente pero invisible, que cuida al máximo hasta el más mínimo detalle. Como ejemplo, un sutil lazo blanco que rodea el cuelo de la botella en la mesa de aquellos clientes que prefieren servirse el vino ellos mismos.

Dirección: Puesto Portals, Local 16.
Teléfono: 9171 67 91 91. E-mail: rest.flanigan@flanigansa.com
Horario: de 9:00 h. a 12:30 h. para desayunos y de 13:00 h. a 23:00 h. cocina, ininterrumpidamente.