La tasa Tobin y los mercados de Baja latencia

Cierto es que, al calor de las nuevas tecnologías y de gigantescos presupuestos, han ido apareciendo jugadores que, en milisegundos, aprovechan pequeños quiebros en las tendencias para arbitrar mercados y llevarse millones de pequeñísimas sumas cada día, algo realmente suculento. Hasta ahí nadie hace nada incorrecto, puede que romper la jerarquía de los mercados que con tanto esfuerzo habían conquistado los pequeños inversores de la mano de Internet y ahora vuelven a quedarse a una distancia sideral de actuar en mercado con garantías, información completa y en tiempo. Cierto es que alimentan tendencias y crean bolas de nieve en los mercados en los que habitan, en puridad nada ilegal. Tampoco lo es, ni siquiera moralmente reprobable, especular, de hecho la esencia de los mercados modernos, desde los más sofisticados hasta el de mi barrio, donde el precio de los tomates fluctúa diariamente, en gran medida es esa.
Lo que sí ocurre es que los operadores de mercado duermen mal, se levantan con temores y en los tiempos que corren, en los que la economía de los países se sustenta, día a día, en los mercados de deuda y divisa, convendría inyectar tranquilidad. Ahí se entendería que, con ánimo de aplacar la enorme volatilidad y las montañas rusas, se hiciera algo, coyuntural y temporal para desincentivar este tipo de comportamientos mientras se regula su existencia.
Algo que me apasiona de la economía es que se pueden defender las ideas clásicas y, sin embargo, abrazar una idea proteccionista como ésta, aunque la esté proponiendo Barroso.

José de la Vega