Abecedario de planes

Usted deje sola a la clase política y ella misma tiende a retratarse: los mismos perros, diferentes collares. Al parecer, el ministro de Guindos tiene un plan C para la banca. Lo que supone tanto como que hubo un plan A, y después un plan B. Y en buena lid cabe preguntarse qué significaban esos planes, definidos por las letras iniciales del espíritu que los poseía.

Así, el plan A, que tiene más de Zapatero que de Rajoy, fue el plan del Ahí te quiero yo ver. Cuando éramos campeones de la Liga de la economía y otros cuentos chinos que nos ensartaron sin medidas profilácticas. Luego vino el plan B, de Baya por Dios que no era tan fácil. Ya, ya sé que Vaya es con V de Vuelva usted mañana y no con B de Burro, pero qué quieren, es nuestra clase política. No pidan peras al olmo. No me sean crueles.

 

El supuesto plan que guarda Guindos, el C, es el de Carallo qué malita está la cosa. Obligará a provisionar activos no tóxicos, dicen las malas lenguas. Así que los bancos no quieren ni mentar la bicha. Si también este plan falla, siempre queda el D, de De perdidos al río. Que se parece mucho a otro plan: el Plan E de España una, grande e infraestructurada, por el que el Ejecutivo socialista dilapidó 13.000 millones de euros. Así son los planes, que siempre tienen un roto para un descosido. Y que tanto gustan a quienes nos conducen al desastre.