Afilar los cuchillos

Que a mí el análisis no me parece desacertado ni el tono negativo, no se me confundan. El análisis da en el pleno, porque una vez que se han dejado como pasas las ubres de la vaca que se tragó toda la especulación, y que ha soltado todas las leches de esta crisis sobre los de abajo, siempre sobre los de abajo, la situación es fetén para jugar a ser dioses de los mercados: contratos a precios de saldo, despidos exprés y gratis, servicios privatizados a base de regalar dinero a los mismos que lo utilizan para comprar deuda pública, y así todas las trampas de estos últimos seis años.

Claro señores míos. Todas las crisis, absolutamente todas las que en la historia ha habido, no son más que un ejercicio de recogida de beneficios a manos del sistema, o una explosión social de tal calibre que acaba en guerra o en revolución sanguinaria. Si a Alierta, César para los amigos, le ha ido de perlas en los últimos seis años, lo mejor que puede hacer es callarse la boca. Él y los de su especie, que no son pocos. Que aún estamos a tiempo de afilar los cuchillos. No es que yo lo quiera, pero pasar, puede pasar.