Se agota el crecimiento

Un modelo basado en el consumo creciente gracias a una masa de consumidores-productores también creciente, pero con un fallo de planteamiento: los recursos naturales no son infinitos. Por tanto, tenemos un problema de raíz en nuestro modelo económico.

Por si fuera poco, las fricciones de todo tipo que frenan este modelo de crecimiento permanente, hace que una capa social cada vez más numerosa pase la frontera de los “excluido sociales”, por lo que las tensiones no pueden hacer otra cosa que aumentar. De esta cuestión habló ampliamente Luis Garicano, miembro destacado de FEDEA, en su artículo “política sin crecimiento económico”, donde mostraba sus inquietudes respecto precisamente a esta misma preocupación: ¿Qué ocurrirá con amplias capas de la sociedad que poco a poco se están viendo excluidas?

 

Para los escépticos en este problema, adjunto un gráfico aplicado para el caso de EE.UU., que sin entrar en detalles de diferencias económicas entre países, podemos decir que, en mayor o menor medida, es aplicable a las economías occidentales de forma general.

Se trata de ver el crecimiento real de la economía en términos porcentuales, y vemos claramente que desde finales del siglo XVIII hasta principios del siglo XX, su economía crecía en ratios alrededor del 4% anual. Luego viene la Gran Depresión, que a pesar de todo fue capaz de crecer algo por encima del 1%, la etapa de post-guerra con un crecimiento importante, pero en las últimas décadas, que es la parte más interesante para nosotros, su economía no ha sido capaz de crecer en términos reales más allá del 3%, con una tendencia que en los últimos años ha ido a la baja, a pesar de todos los avances técnicos de incremento de la productividad.

Parece lógico pensar que un incremento de la productividad conlleva necesariamente un aumento del PIB, y es correcto. El problema es que nos enfrentamos a un problema de demanda insuficiente.

Es sabido que durante los últimos 15-20 años aproximadamente, el problema de la falta de incrementos reales de ingresos de la clase media especialmente, se ha suplido con una facilidad de crédito para buscar un crecimiento del consumo a pesar del estancamiento de los ingresos. Sobra decir que ese modelo duró sólo unos pocos años y que finalizó dramáticamente en 2007. No es posible sostener un modelo económico basado en un endeudamiento indefinido.

Nuestro gobierno, en medio de una de las más calamitosas situaciones políticas posibles que, entre otras cosas, nos lleva de cabeza hacia un encarecimiento de nuestra deuda con la subida de la prima de riesgo, sigue insistiendo en el crecimiento como píldora mágica para reducir nuestra extravagante tasa de desempleo. No es capaz de ver más allá de unos pocos años antes de las próximas elecciones y es incapaz de establecer un plan creíble e inteligente a largo plazo que nos ayude a salir de éstas. No se trata de más gasto público, descartado por la imposibilidad de mantener un endeudamiento creciente e indefinido, sino de medidas legislativas que eliminen cualquier traba a nuestro desarrollo económico, la libertad de empresa, de emprendimiento y de unidad de mercado.

Es sólo una cuestión de inteligencia legislativa, no de incremento de gasto público.

Manuel Caraballo Callero
Economista