Eurozona y la encrucijada de los eurobonos

Lo hace en un foro en Frankfurt frente a lo más granado del panorama económico y político europeo, y en diversos artículos firmados por él mismo, entre los que destacaría éste en una de las más brillantes páginas de economía, Project Syndicate. Lo que no quiere decir en absoluto que esté de acuerdo en la mayoría de las opiniones.

La cuestión es la siguiente según Soros: la Unión se ha convertido, contrariamente a lo que se pretendía en sus comienzos, en una relación completamente asimétrica donde la política comunitaria está basada en un grupo de países “líderes”, encabezados por Alemania, y el resto, especialmente la periferia, que deben seguir las pautas marcadas por los primeros. No hay política económica comunitaria sin el visto bueno de Alemania.

Los países más endeudados o con mayores problemas en sus crisis se ven envueltos en una espiral de austeridad, crecimiento del desempleo y recesión económica, sin controlar una moneda en la que están endeudados.

Para salir del atolladero, Soros propone la constitución de los eurobonos convencido de sus beneficios para la Unión. Indica que incluso suponiendo la salida de Alemania de la Eurozona, el ratio de endeudamiento del resto de los países en relación a economías como EE.UU., Reino Unido o Japón, es muy inferior y, por tanto, los tipos de interés que cobrarían los mercados serían inferiores. Indica que el peligro de la suspensión de pagos desaparecería y también las primas de riesgo elevadas.

Sin embargo, estas creencias tienen sus apreciaciones:

1. Se salta la premisa de que lo importante no es el ratio de endeudamiento de las economías, sino su capacidad para devolver la deuda y el servicio de la misma. No se trata de un simple ratio, sino de la confianza de los inversores en unos países y sus dirigentes.

2. Los países miembros de la Eurozona, sólo por esto, no controlarán la moneda en la que están endeudados. Por tanto, el control de política monetaria queda absolutamente al margen de los gobiernos, reduciendo las posibles consecuencias positivas (si fuera éste el caso).

Indica también que si Alemania saliera de la Eurozona, el euro por lógica se depreciaría, las economías del resto de los países serían más competitivas como reflejo de la magia de la depreciación, la deuda sería de repente sostenible y las economías empezarían a crecer, con la bajada de las tasas de desempleo.

Añade a esto que las mayores cargas recaerían sobre los países que abandonen la Eurozona haciendo sus exportaciones menos competitivas, se encontrarían con una más dura competencia de las importaciones de los países dentro de la eurozona, sin contar con que sufrirían pérdidas importantes en sus créditos a los países, especialmente los periféricos.

En oposición a esta posibilidad, pone como ejemplo que si Italia saliera, la carga de su importante deuda nominada en euros sería insostenible, habría que reestructurarla y llevaría al sistema financiero mundial al caos.

Luego entra en algunas contradicciones con esta última idea al indicar que Alemania fuera estaría mejor. ¡En fin!

Al menos reconoce que la creación de los eurobonos no son una panacea: la sola creación de éstos no significa que la crisis de repente desapareciera, ni que se eliminaran las grandes diferencias de competitividad entre los miembros. Sería necesaria también la creación de una unión bancaria.

Independientemente de que no esté de acuerdo en estos planteamientos, dejar en manos de nuestros políticos la posibilidad de salir del euro llevaría a una relajación absoluta de la disciplina de deuda, que, a pesar de ser estricta, no hay forma de que año tras año, deje de ser deficitaria y lleve a nuestra deuda pública a las puertas mismas de la insostenibilidad.

Mantengo mis reservas sobre los efectos positivos de la creación de los eurobonos, pero tengo muy claro que la salida de la Eurozona por España, tal como tenemos planteado nuestro sistema político nacional, nos llevaría a una crisis de consecuencias caóticas.

Sr. Soros, yo le admiro mucho, pero usted está equivocado en su propuesta referida a la salida del euro, al menos para el caso de España. Lo que necesitamos no es un experimento propuesto por un exitoso inversor octogenario, sino dejar que las fuerzas de mercado fluyan con la mayor libertad posible en unos países que se autodenominan capitalistas. Eso fue lo que hizo por cierto Margaret Thatcher, y los resultados están sobradamente documentados.

Manuel Caraballo Callero
Economista