Imiten al de las barbas

Me gustaría que esta última flecha del Arquero Público estuviera exenta de veneno. Que fuera para desearles unas felices vacaciones, si las toman, o un relajado penar, si no les toca darse al ocio y al turismo. O al menos, que no es pedir poco, que estuviera dirigida de forma atemporal, con cierto aire veraniego, ligera de cascos, despreocupada, cantarina y hasta encantada de haberse conocido. Nones. No toca. No me dejan los espachurracharcos de costumbre. Así que me inspiraré en uno de ellos para darles mi último consejo del curso: imiten a Mariano Rajoy.

Hagan lo que hagan, nieguen siempre que haya sido culpa suya. Háganse los locos. En el peor de los aprietos, digan que lo suyo lo hacen todos, y que la norma consuetudinaria del trapicheo establece su valor legal. Mientan, pero no de cualquier manera, sino con avaricia, con fruición, con intensidad. Y pidan a los suyos que mientan en su nombre. Si pueden, trabajen poco. Incluso, si pueden, no trabajen absolutamente nada. No van a cambiar nada. Nadie les va a reconocer su pertinacia, y en cambio hay muchos que pagan bien el silencio. Háganme caso. Con el panorama que hay, sean listos. Y si además son inteligentes, mejor.

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