Italia cumple el guión

A mí lo que me sorprende es que algo así pueda sorprender a nadie, teniendo como tenemos tan cercanos algunos acontecimientos, y a poco que hayamos leído algún Ensayo sobre la Lucidez, que están a precio de saldo en las librerías de viejo.

 

Por ejemplo, Venezuela, donde desde fuera era difícil decidir quién daba más miedo: si el oficialismo de cuchillos largos de Maduro o la rabia mal disimulada de Capriles. Sea como fuere, todo subproducto de la etapa en que la democracia parlamentaria se suicidó a sí misma a base de vivir del petróleo y las regalías. Por ejemplo, Grecia, donde la derrota por los pelos de Syriza provocó más suspiros de alivio en Europa que apuntes para entender la realidad.

Particularmente, no encuentro nada de extraño que un país al que se le impone un gobierno títere, llegada la cita con las urnas, tenga el corazón dividido entre el sarcasmo de Grillo, la broma pesada de Berlusconi o la alternativa oficial de Bersani. Sorprenderse del agotamiento de las fórmulas basadas en el stablishment es tanto como no entender nada de las consecuencias de empaquetar y etiquetar como crisis una estafa global. Y si no, al tiempo.