Ni reparto ni fraude, otra cosa

Dice el último sondeo del CIS que para 9 de cada 10 españoles los impuestos no se reparten de forma equitativa; y apunta tres datos más acerca de la impunidad fiscal, es decir, el fraude.

Pero el problema no es el reparto o el fraude, señores míos. El problema es que los primeros defraudadores son, en este país y en este tiempo, han sido y seguirán siendo, los mismos encargados de repartir lo que entra en la caja. Por tanto no hay lucha contra el fraude, porque está institucionalmente aceptado como mal menor, y no es que no haya equidad en el reparto, es que queda poco que repartir después de la merienda que se dan a nuestra costa algunos honorables cargos; y, con ellos, sus primos, sobrinos, viudos, señoras y señores de, ex mujeres y ex maridos con poca vergüenza y mucha memoria, correveidiles, lameculos, soplagaitas de todo pelaje, meretrices del poder, estómagos agradecidos, mediócretas, niños bien de concejales de segunda y algún tonto del pueblo con licencia oficial y pase pernocta para chantajear, sobornar y asustar con el cuento de Pedro y el Lobo.