Política de chirigota

Supongo que les suena a ustedes el término de chirigota. Si es así, sabrán también que la voz es gaditana, y que tiene que ver con la chanza, la parodia musicalizada y, en adenda, que decir de algo o de alguien que es “de chirigota” equivale a desautorizar a ese algo o a ese alguien. Teniendo en cuenta lo anterior, creo que es de ley afirmar que la política en nuestro país es de chirigota. Lo que incluye también a la pornografía tantas veces llamada información política.

Fíjense, si no. A principios de semana todos los enterados del ruedo citaban fuentes solventes para señalar que Rubalcaba y Rajoy estaban por arrimar el hombro, como si ver a dos barbudos haciéndose reverencias fuera a salvarnos de la tormenta perfecta. Y desde ayer, las mismas fuentes afirman que Chacón y su cuadrilla le han ajustado los grilletes al sheriff del PSOE y le han hecho regresar a la oposición de combate sucio y sin reglas, y de tonto el último.

Les aseguro que me condena que esas fuentes sean las que pretenden regir la actualidad. Porque son de chirigota. La política real está en otros terrenos, en ese Hotel del Algarrobico, precisamente en Cádiz, para el que de pronto a socialistas, populares y también andalucistas les falta un pelo para la coyunda orgiástica. O ese Las Vegas que une a gobernantes y opositores en un me muero por tus huesos, Mister Adelson.

La política real no es la oficial, sigue siendo la del cálculo de riesgos por comisiones, a cambio del rédito electoral. Eso es lo que explica que nuestra economía se dé semejante batacazo, no las buenas gentes que buscan cada día la manera de salir adelante con dignidad, esfuerzo, ilusión y empeño. Es hora de que empecemos a tener claro quién sobra en este cuento de hadas llamado democracia.