Enrique Bañuelos, Luis Portillo, Luis del Rivero o Fernando Martin son algunos de los españoles que tejieron una extensa red de nuevas relaciones empresariales en los intersticios institucionales del poder político y financiero, cuya cristalización tuvo como consecuencia la aparición de un nuevo centro de poder institucional y económico en torno a las empresas inmobiliarias como Astroc, Inmobiliaria Colonial, Sacyr, o Martinsa, entre otras.
Miguel Blesa, Jose Luis Olivas, Eduardo Zaplana, o Juan Pedro Hernández Molto son algunos de los españoles, que rompiendo con la natural predisposición de los que ya lo tienen, a monopolizar el poder económico, tejieron alianzas intersticiales con los advenedizos. Tal vez en un intento (tan humano) de intensificar el disfrute de las cosas agradables de la vida, y que en definitiva les llevo a trasladar objetivos humanos a la estrategia de las instituciones de dirigían.
Alfredo Pérez Rubalcaba, Javier Solana, Mariano Rajoy y Esperanza Aguirre, probablemente fueron individuos “modales” (conformistas) en sus respectivas organizaciones, el Partido Socialista y el Partido Popular, por eso fueron recompensados con el Ministerio de Educación. Los individuos “modales”, no suelen tener la suficiente dosis de inquietud, racionalidad y voluntad para ser agentes del progreso humano. Desgraciadamente, a los españoles, en democracia, no nos gustan los inconformistas y solemos votar por los políticos “modales” y a menudo los elegimos, incluso, para ministros de educación.
Enrique Bañuelos, Luis Portillo, Luis del Rivero o Fernando Martin fueron algunos de los empresarios advenedizos que llevaron a España en 2006 y 2007 a convertirse en el segundo mercado constructor inmobiliario de Europa, solo por detrás de Alemania y muy por delante de Francia Italia y Gran Bretaña. En aquellos años, miles de jóvenes estudiantes españoles recibieron una inesperada oportunidad laboral, bien remunerada, en el mercado de la construcción, que les arranco del sistema educativo. El entramado educativo español había sido diseñado por unos expertos en hacer trajes vacios, incapaces de predecir el curso de la historia y las necesidades educativas de la economía española; Alfredo Pérez Rubalcaba, Javier Solana, Mariano Rajoy y Esperanza Aguirre, entre otros.
Daniel Khaneman recibió el premio Nobel de Economía en 2002, por los estudios sobre la toma de decisiones en entornos de incertidumbre. Khaneman afirma que no tenemos comportamientos racionales, cuando, por ejemplo, preferimos no perder 100 dólares a dejar de ganar 100 dólares. Esta asimetría no es racional, y esta aversión a la pérdida es la misma que empuja los jóvenes parados, sus familiares y amigos a manifestarse ahora, ante la pérdida de puestos de trabajo y los recortes presupuestarios. Y, sin embargo, hubiera sido más racional, levantar la voz a lo largo de los años en que los sucesivos Ministros de Educación de la democracia construyeron un sistema educativo que les condenaba al subempleo, la precariedad laboral y la ineficacia productiva.
Nassim Taleb, el autor del Cisne Negro, sostiene que los humanos albergamos un agobiante disgusto por lo abstracto. En consecuencia nos resistimos a aprender reglas e ideas, y en vez de eso almacenamos hechos e historias. Memorizamos mejor los hechos y los sucesos cuando los ligamos a causas. Así, los jóvenes, los parados, sus familiares y amigos, que acuden a las protestas contra los recortes presupuestarios, presas de una indudable (y biológica) avaricia cognitiva, se retroalimentan con una historia clásica de víctimas y verdugos, en la que ellos son solo las víctimas. En las protestas contra la crisis (como en otros aspectos de la vida), la gente prefiere historias y explicaciones compactas y coherentes, mejor que explicaciones verdaderas.
La vida es muy inusual, por eso nos gustan las historias, los relatos, los cuentos y los mitos que nos protegen de la incertidumbre y dulcifican la complejidad del mundo. Los inconformistas, nos recuerdan la complejidad del mundo, causándonos desazón y disonancia cognitiva, y en consecuencia los eliminamos de lo institucional. El PP y el PSOE son mecanismos institucionales fabricantes de conformistas y los españoles, en conjunto, hemos sido cómplices durante tres décadas, dándoles el ochenta por ciento de los votos. Pero afortunadamente, en las fronteras, en los intersticios de cada institución humana están al acecho, disfrazados de normalidad, unos pocos individuos con la suficiente inquietud, motivación e individualismo para hacer que nuestra sociedad avance, aunque sea a saltos y de una forma impredecible.
Fernando Álvarez-Barón Rodríguez