El sector público sigue gastando como antes de que explotara la burbuja

Juan Ramón Rallo, Coordinador del estudio 'Los españoles sufrirán en 2012 los gravámenes sobre la renta más altos de Europa', del Instituo Juan de Mariana, ha apuntado en Gestiona Radio al gasto de las administraciones públicas como una de las mayores lacras de nuestro país. A su juicio, mientras el sector privado ya ha puesto en marcha sus políticas de austeridad, el sector público todavía no lo ha hecho. “Entre 2020 y 2007, las administraciones públicas incrementaron sus gastos un 50%. Mientras en 2010, gastaban casi un 20% más que en 2007”, explica Rallo quien añade que “si se hubieran mantenido más prudentes durante las vacas gordas, al igual que en países como Alemania, tendríamos superávit pese a la crisis”.

¿Y por qué las administraciones no reducen sus gastos? A juicio de este investigador del Instituto Juan de Mariana, “el problema es que no se quieren bajar a la realidad. Intentan gastar con cargo a unos ingresos ficticios como en la época previa a la burbuja, y copn ello no reducen el endeudamiento”, señala Rallo.

Según Juan Ramón Rallo, la solución pasa “única y exclusivamente” por reducir el gasto público. Y no, como ha hecho el Gobierno de Mariano Rajoy, por subir los impuestos. Según el estudio de este Instituto, el nivel de gravámen sobre la renta de algunas comunidades autónomas, como Cataluña, está al mismo nivel de Suecia. Y todo ello con una masa salarial y unos servicios inferiores. “Se ponene esos tributos tan sangrantes para mantener el entramado de beneficios estatales del que sacan provecho los políticos”, apunta el investigador.

Ante esta austeridad del sector público y del sector privado, Rallo apuesta por un cambio estructural de nuestra economía. “La salida a la crisis no pasa por volver a las cifras de gasto previas a la crisis, ya que eso sólo nos haría volver a generar una burbuja”, explica. Por ello, ha señalado la neceisdad de llevar a cabo una reforma laboral, que ayude a la recolocación de los trabajadores; y una reforma energética, que deje de penalizar con energías carísimas el precio de la electricidad para los empresarios.