La tierra prometida se traslada al otro lado del Río de la Plata

Muy pocos en la región emergente sudamericana pueden presumir de tranquilidad en todos los sentidos. No se necesitan guardaespaldas ni coches blindados para hacer negocios o salir a pasear por sus playas y joyas urbanas coloniales. El Estado uruguayo es laico y ampara la libertad de culto, el clima es acogedor para visitantes y habitantes que nunca han sufrido grandes tormentas, olas extremas de calor o maremotos. Para más inri, las vacunas y profilaxis habituales en otros países vecinos del Mercado Común del Sur (MERCOSUR) -como la de la malaria que tantos quebraderos intestinales genera a los viajeros- no son necesarias para recorrer Uruguay.

“Llegan como turistas y regresan como inversores” dice su director de turismo. Benjamín Liberoff se enorgullece de explicar que este pequeño país, el más pequeño del continente, recibe al año tantos visitantes como habitantes alberga: tres millones. La mayoría de ellos, argentinos, tan sólo tardan treinta y cinco minutos en llegar desde Buenos Aires o tres horas en barco por el Río de la Plata en busca de las puestas de sol de la Laguna de Sauce y la tranquilidad que ofrecen las playas de arena blanca de la glamurosa Punta del Este, en Maldonado. Rodeado de bosques que esconden increíbles residencias pensadas para el descanso de las clases altas de todo Latinoamérica, esta estrecha y bellísima lengua de tierra separa el Río de la Plata de la inmensidad de un Océano Atlántico que hace las delicias de los surfistas amantes del alto voltaje.

Los españoles, unos cuarenta mil, visitan sobre todo a familiares de los que desciende el treinta y cinco por ciento de los uruguayos. En total, ciento cincuenta mil europeos desembarcan al año en Montevideo deseosos de participar de la fiesta para el paladar que todos los mediodías inunda el Mercado del Puerto del olor a parrilladas gauchas y mate. Que no falte el mate. A ritmo de guitarra, bandoneón, tamboriles de candombe y tango callejero, se descubren los rincones de la ciudad vieja que conforma uno de los cascos urbanos del mundo con mejor herencia colonial, Art Nouveau y Decó. Un legado que fueron dejando los inmigrantes españoles portugueses, franceses y británicos desde que la capital más austral de América del sur se convirtiese en importante ciudad portuaria en la mitad del siglo XVIII, tras nacer como fortaleza del Imperio Español un siglo antes.

El sueño de los emprendedores

Pero más allá de Montevideo y Punta del Este que acaparan el protagonismo turístico internacional que poco a poco va ganando este pequeño país, el valor indiscutible que muy pocos destinos pueden predicar a los cuatro vientos es, precisamente, su capacidad de crecimiento. Esa valiosa particularidad que sólo los que han estado escondidos en la sombra de gigantes como Argentina o Brasil pueden ahora disfrutar y garantizar. Esa sazón que no se le escapa a los turistas que llegan a un territorio natural que alberga gran diversidad de paisajes separados por un número ridículo de kilómetros y en el que todavía se puede soñar con emprender. Como un joven bien preparado, con toda la vida por delante, frente al viejo y maltrecho que sólo puede aportar la experiencia del buen hacer y el aprendizaje de los errores cometidos.

Así nace esta relación entre el viejo continente y la región y, así, Air Eropa le tira los tejos. Primero con un vuelo por semana a Montevideo desde Madrid. Después, tres trayectos a a partir del 3 de junio de este año, para aprovechar el vacío que dejan los números rojos que la británica IAG no está dispuesta a asumir de Iberia y que le han llevado a retirarse del cortejo. Sin la uruguaya y ya cerrada Pluna y sin la competencia de la española, la de Globalia se propone cubrir en breve los siete días de la semana conectando la capital de España con la nueva tierra prometida del Río de la Plata. Con una dote como esa es entendible que Uruguay se rinda a sus pies y le haya dado la exclusividad de sus rutas transoceánicas.

Está claro que Air Europa no es la única capaz de valorar la fertilidad uruguaya para hacer dinero. El pasado 7 de marzo se inauguró un nuevo hotel de Sofitel y cada vez más cadenas importantes como Hilton, Hyatt o Best Western se están instalando en Punta del Este o Montevideo. De esta manera, Uruguay despunta como el mayor atractivo en inversión turística del panorama internacional tras el aval de la Organización Mundial del Turismo que lo alza como modelo internacional de crecimiento sostenible.

Un país que se engalana

Uruguay lo sabe y se prepara. Las ventanillas del sector privado identifican oportunidades en energía, transporte, agroindustria, turismo y exportación de servicios. Así lo reflejaba ya el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) en su Plan Estratégico para los años comprendidos entre 2010 y 2015. Éstas son las prioridades para la entidad internacional que se ha convertido en su principal agente de financiación más allá de sus fronteras. De este modo, durante los últimos cinco años sus desembolsos representaron aproximadamente la mitad del total proveniente de organismos multilaterales hacia el sector público, así como el cinco por ciento de la formación bruta de capital fijo del país.

Valga este apunte económico para avalar lo que muchos ojos europeos, ávidos de terreno fértil donde sembrar sus inversiones, ya se han detenido. Según su propio ministro de Economía, Fernando Lorenzo, Uruguay agradecerá el récord de un 21% de su PIB a la inversión en 2013. Son las cifras más altas de su historia y en ellas, atención, no se contabiliza ni la prospección petrolera ni la extracción minera.

¡Ché! Con una parrilla así… ¿Quién no pone toda la carne en el asador?

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