Negocios-Agropecuarios

La osadía en los negocios agropecuarios

Los tiempos difíciles requieren de personas dispuestas a cambiarlos; de gente osada que sabe que la única opción que ofrece ninguna posibilidad es la que no se intenta; que la peor decisión es la indecisión.

Y en estos días de cambios, de reinventarse, de trabajar mucho y ganar poco, surgen las ideas brillantes y osadas que nacen de la necesidad o de un momento de inspiración. Muchas veces este tesoro estaba en casa, o mejor dicho, en la casa del campo, en la finca agropecuaria que apenas rentaba o que procuraba los ingresos justos para mantenerla.

Otrora proveedora de esa garrafa de aceite que proporcionaba la cooperativa de turno cuando la necesitaba, o esos huevos de corral con la yema amarilla de verdad que se traía el fin de semana, o la lechuga que sabe a lechuga y no a plástico de blíster, o el vino sin etiqueta bien encorchado con retrogusto a sotobosque, frambuesa y toques de regaliz. (Aplíquese esta última frase al probar un vaso de vino, observando el color de la copa, sea el que sea).

Es un ejercico que bien practicado procura beneficos. Así han decidido lanzarse al mundo de los negocios con sus propias marcas los dueños de las mayores y no tan mayores fincas agropecuarias de España. Con muy poquito se puede conseguir muchísimo.

En un mercado global y con Internet como escaparate, con un buen producto, un buen asesoramiento en marketing  y los fondos necesarios, basado en la marca y en la diferenciación, se puede poner en marcha un negocio que puede ser la solución a los problemas, o una nueva vía de diversificación del actual.

Así obtendremos por un lado esas aceitunas que vendemos a 200 pesetas (sí, aún se habla en pesetas en ciertos mercados) a la cooperativa del pueblo, y de la misma producción esas otras destinadas a la osadía, a vestirlas de novia aliñadas o molturadas y convertidas en aceite de oliva o crema para la piel en los mercados «gourmet» con los márgenes que estos procuran.

Pero nos gusta la gente osada, los empresarios lo somos, haga un brainstorming bestial, dadaísta, vaya más allá y piense en qué pasaría si alquilo mis gallinas, @RentAchickenTM o Rentachook.com.au , si presto mis patatas para enviar mensajes personalizados en ellas PotatoPArcel.com, crío arañas, pimientos picantes, cactus o simplemente convierto una parte del terreno en una enorme pizza como los dueños de la Pizza Farm (ver foto) y cobre por visitarla.

Como un amigo mío dice (es casi un hermano para mi), «la Nasa para las misiones espaciales no busca a los números uno, ni a los más preparados, ni a atletas, ni a las personas más templadas del mundo, sino a aquellas personas que sean valientes, audaces y osadas».

Y porque si no se intenta no se sabrá si será un buen negocio crear toallas redondas, fuentes de la suerte, bufandas con botón, servicio de limpiadores de zapatos en rasacacielos… Así pensaron los que fueron osados para que el «post-it» sirviera para algo (3M), si poniendo una bola al final de un tubo de plástico la tinta se dosificase mejor al escribir (Bich=Bic),  o si prestar el nombre a un vecino para un negocio basado en vender el aliño de ensalada es buena idea (Paul Newman Salad Dressing).

Lo que sí sabrá seguro es que si no se intenta no lo conseguirá. Para ganar la lotería hay que jugar, o para meter un «birdie» en golf hay que patear un poco más decidido, porque lo que no llega no entra. Seamos osados.

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