Pactos y contrapactos de impunidad

Así son ellos, que solos se conducen al desastre y también solos son capaces de hacerlo evidente a ojos de todo el mundo. Cospedal se deja querer por un posible pacto de unidad nacional el mismo día que los socialistas les niegan tres veces el pacto anticorrupción. Todo cabe el mismo día.

Siguen pensando que con ellos no va la película. Que no puede ser que usted que me escucha, y usted, y también usted, estemos a la vez y sin remisión hasta las narices de esos ochocientos o mil personajes de poca monta que ‘okupan’, con k de kilo, las instituciones. Porque tampoco son más, nadie se confunda. Quizá un par de millares, todo lo más. Nada que notarían las mentirosas estadísticas oficiales si de una patada democrática les pusiéramos de patitas en la calle, o de un despacho judicial a rascar paredes en la cárcel patria más mugrienta.

Me permito recordarles que quien esto firma lleva hablando de casta desde mucho antes de que el muchacho de las tertulias se columpiara hacia al estrellato. Y que lo peor de la casta no es solo que no se considere tal, sino que no entiende qué quiere decir la palabra. Hasta que no mandemos a sus hijos a estudiar a colegios donde las paredes se caen, y a sus mayores a hospitales sin turnos de refuerzo, sin medicamentos suficientes y abarrotados de quirófanos desprovistos de medios, van a seguir en sus mundos de Yupi, hablando de pactos y contrapactos con el único objetivo que han tenido siempre: seguir mangoneando de forma impune.

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