Pedro Sánchez, líder del «nuevo» PSOE

Pedro Sánchez, elegido este domingo secretario general del PSOE en la votación directa de los militantes, garantizó en su primer discurso unidad interna para propiciar la victoria en las próximas elecciones, tanto municipales y autonómicas como generales, y que el cambio que ahora comienza sea «el principio del fin» del Gobierno de Mariano Rajoy.
Conocida la victoria de Sánchez en la consulta a la militancia, bajó al salón de actos de la sede federal del PSOE, donde esperaban decenas de militantes y también los otros dos candidatos, Eduardo Madina y José Antonio Pérez Tapias, así como el secretario general saliente, Alfredo Pérez Rubalcaba, que fue el primero en tomar la palabra.

Sánchez agradeció la participación de los más de 125.000 militantes que habían votado y les emplazó a responder «alto y claro y con orgullo» a quienes dicen que todos los partidos son iguales, que el PSOE responde a la crisis de la democracia «con más democracia, con más participación».

Enseguida los militantes le reclamaron unidad y el respondió «claro que sí, va a haber unidad». Agradeció la «excelente» campaña de sus compañeros y el haber tenido «el coraje» de presentarse y de haberse «dejado la piel» defendiendo su candidatura. «Aspiraba a ser el secretario general de la unidad y lo voy a ser», aseguró, garantizando que contará con ellos para «reforzar» esa unidad.

Agradeció también a Rubalcaba y a la Ejecutiva saliente haber propiciado este proceso, «una puerta que ya no se va a cerrar nunca jamás» porque los próximos secretarios generales serán elegidos por el voto directo de los militantes. Convocó a los militantes a la «inmensa» tarea que el PSOE tiene ahora por delante porque el partido necesita «el entusiasmo y la experiencia de todos» y también a las mujeres como «pieza indispensable» del cambio.

En el PSOE que quiere construir, explicó, «no sobra nadie, al contrario, falta gente», por lo que todo aquel que quiera «arrimar el hombro» tendrá la bienvenida del secretario general. El primer reto que expuso Sánchez fue «recuperar nuestra seña de identidad», volver a ser un partido de mayorías, que no se contenta con «protestar» sino que aspira a gobernar para proteger a los más débiles, garantizar la unidad y la pluralidad de España, y asegurar una voz nítida en Europa.

Se comprometió también con mayor poder y participación de la militancia, con la rendición de cuentas de los dirigentes, con «rejuvenecer» al partido pero con una alianza entre generaciones, con definir un proyecto «laico» y con la modernización de España y de Europa mediante un partido comprometido con los trabajadores, con la regeneración democrática y el medio ambiente, y con una Ejecutiva «tan a la izquierda como la militancia de base».

Aseguró además que será «implacable» contra la corrupción porque quiere que el PSOE sea el partido «de la honradez intransigente», y que no le temblará el pulso en esa lucha.

Los enemigos del PSOE, aseguró, son la desigualdad, la pobreza, la falta de trabajo, la precariedad laboral, la injusticia «como la que está sufriendo el pueblo palestino en Gaza», la violencia de género, y todas las ideologías que no creen en la libertad de las mujeres o que rechazan la riqueza que aporta la diversidad a la unidad de los pueblos de España.

Se comprometió a pelear para que los jóvenes preparados que se fueron de España por falta de oportunidades regresen a la «vanguardia» del crecimiento y a recuperar también a los parados mayores. No puede haber una generación «perdida», dijo, ni tampoco «olvidada».

«Somos socialistas, no nacionalistas», proclamó, y los valores del PSOE son la igualdad, la justicia social, la democracia y la ejemplaridad, y sobre ellos hay que construir el nuevo proyecto.

Abogó también por «seguir estrechando lazos» con el PSC, y aprovechó para felicitar a Miquel Iceta, a quien los militantes han elegido también este domingo primer secretario tras la dimisión de Pere Navarro. Reivindicó el papel de los sindicatos, especialmente de UGT, y se comprometió a ser «audaz» en las propuestas y «coherente» en el ejercicio de la política, para recuperar con ello la confianza de los ciudadanos.

El PSOE, dijo, es el único partido que puede gobernar con un proyecto progresista «que no caiga en el populismo ni en la demagogia», y si hace las cosas bien ganará las próximas elecciones. Se declaró «a vuestro servicio y al de España, humilde pero orgulloso», consciente del reto que tiene por delante pero resuelto a afrontarlo. El cambio que comienza será «el principio del fin de Mariano Rajoy como presidente del Gobierno».

Rubalcaba se mostró convencido de que Pedro Sánchez es «consciente» de lo que implica ser el primer secretario general del PSOE elegido en voto directo por los militantes, y de que a partir de ahora tendrá el respaldo «del cien por cien» de esa militancia. Rubalcaba agradeció la participación de los militantes y también la labor de los otros dos candidatos, porque era «muy importante que hubiera competencia democrática, debate, discusión».

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