Reforma fiscal… con intenciones

Pues vamos a ver si es verdad lo que dice Montoro y la reforma fiscal de verdad trae aire fresco. Está bien eso de que para deshacer el entuerto de los últimos años, el ministro quiera mirar hacia delante, y no hacia atrás. Hacia algo armonizado con Europa y con sentido común.

Lo que pasa que, de verdad, es oír a Montoro, con la cara de mentirosos que se les ha puesto a todos en los últimos dos años, y siento la imperiosa necesidad de no creer ni una sola de sus palabras. Por eso, y porque si es cierto lo que dice, el reto no es precisamente pequeño. Si han tratado ustedes alguna vez de entender cómo funciona su renta, por qué palman lo que palman a la mafia común, y porque a cambio reciben lo que reciben, si es que lo reciben, ya se habrán dado cuenta de que es mejor dedicarse a las chapas y dejar que estas cosas las hagan los expertos. Que por otro lado es de agradecer: significa que siempre habrá un mal hueso que echarle de roer a un buen asesor fiscal, y que trabajo no les faltará.

Con todo y eso, lo que menos me cuadra del tema es que todo se fíe al Comité de Sabios nombrado por el Gobierno, y que sus dos principales conclusiones sean improbables: bajar todos los impuestos directos, porque no está el horno para bollos; y aumentar el IVA, que ya ha dicho Montoro que no es la intención. Ojo, la intención. Yo tampoco tenía intención de dedicar ni medio párrafo a este asunto, y miren, miren si lo he hecho.

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