Sobre sangre caliente

A ver, tú, inversor de medio pelo, orco de las finanzas que no llegas ni a la categoría humana de escombro. Sí, tú, el que ayer te dedicaste a honrar la sangre todavía caliente de Emilio Botín con una bajada en sus valores bursátiles. Vaya un demérito que estás hecho para tus congéneres.

Así que te crees muy macho, o muy hembra, por pisar la memoria de quien se va para el otro barrio. Debes haber visto muchas veces Wall Street, y ser muy fan de Gordon Gekko y su “si quieres un amigo cómprate un perro”, para lanzarte a pegar dentelladas a troche y moche, caiga quien caiga. Tienes más pájaros en la cabeza que los que se metían en la Policía por Starsky & Hatch, o por Harry el Sucio. Sucio, justamente, es tu comportamiento en el parqué. Y en el porqué, pues por no tener causa no tienes ni excusas que justifiquen tu ausencia de gratitud.

Hay muchas cosas derivadas del fallecimiento de un oligarca como Botín que me producen repelús. Por ejemplo, las hagiografías travestidas como tertulias televisivas, como noticias de portada o como alabanzas facilonas de los jerifaltes de siempre. Pero por sobre todas las cosas me produces repelús tú, que muestras tu predisposición a vender tu alma al diablo. Me la trae al pairo la suerte del Santander o de cualquier entidad del Ibex 35, allá cada cual con sus cuitas y sus negocios. Pero de la suerte de tipos como tú, tenlo claro, voy a estar alerta toda mi vida, cada segundo, cada vez que respire.

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