Una loa para la UDEF

No me oirán muchas loas a la Policía por aquí, pero sí me reservo dos porque se las tienen bien merecidas: una, a su equipo para Internet, que es campeón mundial de operaciones y de seguidores; otro, para su Unidad de Delincuencia Económica y Fiscal, la conocida como UDEF.

A estos agentes del fisco habría que ponerles en un pedestal por lo enrevesado que puede llegar a resultar el rastreo de cantidades que harían sonrojar a cualquiera. Si ustedes están pensando en Bárcenas, aciertan. Si no, es que se parecen demasiado a un tertuliano habitual de La Sexta, que para más señas dirige un periódico. Que los agentes de la UDEF tengan que recurrir a apuntes contables que son nimios en comparación con las cantidades acaudaladas por el ex tesorero en Suiza, es más que un ejercicio de imaginación, una labor ingrata de hilar con finura y mucha paciencia.

El Estado de Derecho tiene estas cosas. Que la presunción de inocencia, por mucho cachondeo que le dé al personal presuponer ciertas inocencias, está por encima de cualquier consideración. Cierto es que los muchachos de Hacienda, no los polis esta vez sino los de la corbata civil, son implacables con cualquier empresario de tres al cuarto que tenga un retraso tonto en una liquidación trimestral, o cuando tiene deudas con la Administración, y sin embargo los negocios privados de varios ceros parece que ni los huelen. Qué se le va a hacer. Hacienda es de todos, así que será que todos somos un poquito así, que hacemos la vista gorda. Salvo los polis de la UDEF. Bravo por ellos.

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