Adolfo Domínguez cumple 70 años

El nombre de Adolfo Domínguez está imantado a la frase «la arruga es bella», un rompedor eslogan con el que el diseñador español, que cumple este jueves 70 años, revolucionó la moda de los ochenta y definió una estética de siluetas orgánicas y fluidas, pegadas a la libertad y con la sostenibilidad como bandera.

Un gran legado creativo que Adolfo Domínguez, nacido en Puebla de Trives (Orense) (noroeste de España) el 14 de mayo de 1950, ha conseguido construir a partir de la sastrería de su padre, una marca que hoy es un referente del sector textil, con 391 tiendas en 21 países.

A lo largo de los 44 años que tiene la marca no todo ha sido miel sobre hojuelas, Adolfo Domínguez ha resurgido como el ave Fénix tras el devastador incendio en 1991 en su factoría en Orense o la ruinosa salida a Bolsa en 1997, el intento de OPA hostil en 2001 y la crisis económica de 2008.

Ahora, cuando la pandemia por el COVID-19 hace estragos en la industria de la moda española, Adolfo Domínguez, al pie del cañón, con gran capacidad de resiliencia, mantiene la lucha, mira el futuro con optimismo y reabre sus tiendas, concretamente esta semana en España 18 durante el paso a la Fase 1, que se suman a los 3 puntos en Portugal y en China.

«Hay que seguir, que nada está hecho. Quiero estar activo, la jubilación es un concepto muy antiguo», aseguró en una entrevista con Efe tras recibir el Premio Nacional de Diseño de Moda 2019.

 Creció entre lino. Su abuela lo cultivaba, hilaba y tejía, Adolfo Domínguez la observaba. Muchos clientes devolvían la ropa, se arrugaba, una experiencia que dio pie al famoso eslogan «la arruga es bella».

 Estudió Filosofía y Letras en Santiago de Compostela y después se trasladó a París para formarse en la Universidad Vincennes Bellas Artes y Cinematografía en una década iluminada por los Beatles y agitada por aquel controvertido mayo del 68.

«Hace tiempo que no tengo vanidad, no soy un individuo encantado de conocerse», aseguró Domínguez

Unos conocimientos que trasladó a la moda, de vuelta a su Orense natal, donde, influenciado por los diseñadores japoneses de vanguardia como Issey Miyake o Yohi Yamamoto, empezó a confeccionar ropas ligeras y cómodas que vendía en persona, recorriendo lugares en su modesto automóvil.

En 1974, con 24 años, se unió a su padre y levantaron la fábrica. Su padre murió dos años después y el, con 26, se quedó solo con su hermano Jesús y sus otros hermanos menores. Fue audaz, abrió el camino a muchos empresarios textiles, entre ellos su propia familia: sus hermanos, propietarios de la cadena Purificación García y sus sobrinas, autoras de la marca Bimba y Lola.

Con ilusión y empeñó en 1976 abrió la primera tienda en Orense. «El sentido de mi trabajo es que la gente se sienta guapa», dice este gallego que considera la costura, «un oficio de seducción».

Y así, rompiendo moldes, en 1983, Adolfo Domínguez cimentó su marca en el seno de una sastrería familiar, proyecto que hoy es un referente español en el sector textil y que desde hace un año lo dirige su hija Adriana, como consejera delegada. Sus otras dos hijas, Tiziana y Valera, se encargan del diseño y de la parte tecnológica, respectivamente.

Adolfo Domínguez apuesta por lo natural

Corrían los años 80, reinaba la opulencia. Adolfo Domínguez, amante de «la sencillez con poesía», a contracorriente, crea una línea de mujer en la que prima la arruga, prendas que hablan del gusto por lo natural.

Por aquel entonces, los detectives aún vestían gabardina y sombrero, pero Adolfo Domínguez sustituyó ese uniforme por trajes de lino y camisetas, prendas cómodas que sedujeron a Don Johnson, entre otros protagonistas de la serie americana «Miami Vice», todo una escaparte internacional para la firma.

Su talento se valoraba en toda Europa, las prendas se comercializan en templos de moda como los almacenes Harrods y una joven Penélope Cruz se convertía en la protagonista de la campaña otoño-invierno 1989.

En 1991, tras el incendio que arrasa el cuartel general, el polígono orensano de San Ciprian de Viñas, de 6.000 metros cuadrados, otra vez, vuelve a empezar. Solo un año después, desarrolla la expansión internacional que le lleva a Bélgica, México, Reino Unido, Argentina y Japón.

Gran defensor del medio ambiente y diseñador pionero en la utilización de tejidos ecológicos, Adolfo Domínguez, dice que «somos los hijos de la tierra, no sus dueños», un lema con el que abrazó un proyecto climático que respeta el medio ambiente.

Este audaz diseñador, que comparte su pasión por la moda con la literatura, asegura que escribe «para entender la realidad» que le rodea. La moda es algo «muy plástico y muy sensual», dice este costurero que siente pasión por la lectura y la escritura desde niño, cuando con once años le hacen bibliotecario en su pueblo natal.

«Son muchos los escritores que me han acompañado en mi vida», dice este gallego que recuerda libros de aventuras como «La isla del tesoro»«El libro de la selva» o «Tom Sawyer».

 Es una persona sencilla, «hace tiempo que no tengo vanidad, no soy un individuo encantado de conocerse», aseguró Domínguez, para quien «la humildad es lucidez».

Vive en el monte, en medio de la nada, alejado de este mundo en el que la inmediatez impera. Filtra la información, las redes sociales no le interesan. «Vivo y escribo con lentitud».