Reunión sin cambios en tipos (lo que se esperaba), aunque se debatió un recorte tanto de los tipos oficiales como de los de depósito, además de adjudicaciones plenas en las subastas y Quantitative Easing (QE). QE que se reconoce por primera vez y de forma explícita como un instrumento disponible. Todas las opciones abiertas, encima de la mesa. Esto es positivo: un BCE más próximo a otros bancos centrales. Dicho esto, tampoco parece que el uso de las medidas no convencionales vayan a ser inmediatas, aunque sí hay unanimidad sobre su posible utilización de ser necesario: Draghi reconoce que el BCE no ha concluido con las medidas convencionales y no hay detalles sobre un posible QE.
Sobre los precios, reconociendo que el dato de marzo fue una auténtica sorpresa, espera mejora de los precios en abril y mantiene el dibujo de las previsiones de marzo: un 2015 con precios subiendo progresivamente para aproximarse al 2% en 2016. Eso sí, nuevo comentario clave y muy repetido: “cuanto más tiempo tengamos inflación baja, mayores son los riesgos sobre las expectativas de precios”. Probablemente sea lo que el BCE está viendo: no hay deflación, pero podría llegar a haber temor a la misma que empezara a filtrarse en las expectativas.
Y para enfrentarse a este posible escenario quiere tener ya disponibles todos los instrumentos, QE incluido. Draghi reconoce como principal riesgo el del bajo crecimiento mantenido en el tiempo.
Eurodólar, para el que se insiste en la creciente importancia sobre los precios, además del discurso oficial de que “no es objetivo de política monetaria”. Suena a un BCE menos complaciente con la fortaleza de la divisa…
Si en marzo vimos un alejamiento sin plazo de cualquier tipo de acción adicional del BCE, en abril cambio de fondo: QE sobre la mesa. Positivo para la renta variable y negativo para el euro.
Marián Fernández, Directora de Estrategia de Inversis Banco