El FC Barcelona ha ganado este martes al Dinamo Kiev (0-1) en el NSC Olimpiyskiy de la capital ucraniana gracias a un solitario gol de Ansu Fati en un partido gris y sin brillo pero bien solventado por un equipo blaugrana que obtiene una vida extra en esta Liga de Campeones y pasa a ser segundo de grupo y a depender de sí mismo.
No será un partido para sentar cátedra, ni para pasarlo en vídeo para repasar las delicias del juego blaugrana. Más bien lo contrario, y hubo errores defensivos que esta vez no se tradujeron en gol del rival. Y sí, los blaugranas hicieron los deberes y regresarán de la fría Kiev con los 3 puntos de oro que iban a buscar.
Una victoria para sumar 6 puntos, todos ellos ganados al colista Dinamo, dos más que un Benfica que cayó en Múnich. Un triunfo que es el primero de toda la temporada lejos del Camp Nou. Un éxito para soñar con seguir vivos en Europa y que deja notas positivas como la vuelta de Ousmane Dembélé o de Ronald Araujo, aunque Clément Lenglet se fue del verde con molestias.
Ahora, el Barça dependerá de sí mismo para, ante Benfica y Bayern de Múnich –sus verdugos en la primera vuelta–, poder sellar el pase a octavos. Deberá mejorar, sobre todo afinar puntería, pues Ansu Fati salvó a su equipo en prácticamente una acción aislada y afortunada. Lo bueno fue que, en los 25 minutos restantes tras el gol, el Barça se defendió bien, con balón.
Eso sí, hubo dos sustos atrás fruto de un error de marca, que no se tradujo en el empate, y una gran ocasión de Tsygankov que se topó con una mano salvadora, a mano cambiada además, de un Ter Stegen que esta vez sí resolvió su trabajo con una gran actuación, como las de antaño.
Los blaugranas dominaron el partido de inicio pero sin gozar de ocasiones de gol. De hecho, no hubo ni un sólo tiro a puerta y, pese a tener el balón, fue el Dinamo quien tuvo la mejor oportunidad con un tiro del uruguayo Carlos de Pena, antes de la media hora, que desvió Ter Stegen con el pie.
Poco más hubo en una primera parte en la que el Barça, esta vez, no encajó gol en la única gran oportunidad del rival, una tónica que estaba bien viva en los últimos partidos. Tras la reanudación, no obstante, fue el Dinamo quien salió a apretar arriba y gozó de contras con las que hizo sufrir a la zaga blaugrana.
No tuvo que intervenir Marc-André Ter Stegen, pero un tiro roscado de Karavaev tras un rechace de la defensa culer volvió a acercar a los ucraniano al gol. En el Barça, el más activo era Òscar Mingueza con sus centros desde el lateral derecho, aunque no fueran precisos y no encontraran rematador de forma clara.
Uno de ellos, en el minuto 70, lo convirtió en gol tras un mal intento de rechace un Ansu Fati que pocos minutos antes se chutó a sí mismo y casi provocó, sin quererlo, un penalti pitado y anulado tras ir Hategan al VAR. Pero en ese desvío de centro, Ansu Fati apareció de la nada para engatillar con la derecha y abrir la lata. Un golazo del nuevo ’10’ blaugrana, en su primer tanto en esta ‘Champions’.
Ansu Fati es una de las alegrías de este Barça lleno de lesionados y sinsabores. La otra puede ser Ousmane Dembélé, quien después de cinco meses lesionado –se rompió en la Euro 2020 con Francia– jugó su primera media hora de la temporada y, pese a no estar engrasado, empezó a cabalgar y a desbordar, una de sus virtudes que tanta falta hacen en su equipo; ‘bienvenue sur le terrain, Ousmane’.
El Sevilla se queda sin margen de error
El Sevilla se complicó su futuro en la Liga de Campeones 2021-2022 tras caer este martes en el Ramón Sánchez-Pizjuán por 1-2 ante el Lille francés, resultado que le deja como colista de su grupo, con opciones todavía de clasificación, pero obligado a ganar los dos partidos que le quedan.
El conjunto hispalense esperaba sumar su primer triunfo en la fase de grupos tras tres empates en la primera vuelta, pero no se alejó de su imagen europea poco brillante y ni siquiera el jugar ante su público ni el ir por delante el marcador le ayudaron para sacar tres puntos vitales. Los sevillistas se quedan con tres puntos, a cuatro del Salzburgo y a dos del Wolfsburgo y su rival de esta noche, por lo que todo sigue abierto.
El Sevilla quiso hacer valer de inicio el ‘factor Pizjuán’ y dominó el partido, amparado en la solidez y equilibrio que le da en el medio la pareja Fernando-Delaney, que sujetó cualquier posible atisbo de transición de un Lille muy ofensivo, pese a no poder contar con su goleador, Burak Yilmaz.
El campeón francés apostó por un once repleto de velocidad y verticalidad para intentar plantar cara, pero apenas pudo mostrarse hasta el tramo final del primer acto. Los locales, impulsados por Ocampos, siempre dieron más sensación de peligro y pisaron más el área rival, pero las ocasiones fueron con cuentagotas.
Sin embargo, la más clara no la perdonó el conjunto de Julen Lopetegui. Un despeje visitante se transformó en pase a Suso y el andaluz encontró a Rafa Mir, cuyo disparo, fuerte, pero centrado, no fue bien repelido por Grbic. La pelota quedó ‘muerta’ y por allí apareció Ocampos para hacer el 1-0 al cuarto de hora y poner por fin por delante al Sevilla en esta Champions.
El tanto no desperezó al Lille, que no probó a Bounou hasta pasada la media hora. El equipo de Gourvennec no se desprotegió demasiado pese a la desventaja y se aprovechó del mal tramo final hispalense. Los sevillistas tenían el choque aparentemente controlado cuando Delaney cometió un innecesario penalti, el cuarto en casa en esta Champions, que no desperdició David antes del descanso para dar un premio algo excesivo al campeón de la Ligue 1 que pudo incluso haberse ido a vestuarios por delante si a Ikoné no se le hubiese ‘apagado la luz’ en un mano a mano tras un fallo de Diego Carlos.
EL LILLE SE PONE POR DELANTE
Y el mal final de primer tiempo lo alargó el Sevilla al inicio del descanso para ver ponerse cuesta arriba su futuro continental. Çelik envió al balón al palo y el rechace no lo perdonó Ikoné para voltear el marcador. De pasar a dominar por primera vez en la competición a tener que remar a contracorriente de nuevo como ante Salzburgo y Wolfsburgo.
Lamela y En-Nesyri entraron inmediatamente para dar más potencial ofensivo y buscar lo antes posible la igualada en un partido que se trabó en exceso tras el 1-2, lo que perjudicó a los intereses del conjunto local para encontrar el mejor ritmo e intensidad para lograr su objetivo.
Pero los minutos pasaban y el Sevilla no conseguía inquietar en exceso a Grbic, sólo amenazado por un disparo de Lamela. El Lille, disciplinado atrás, esperaba que el paso de los minutos y la ansiedad sevillista le fuese ayudando a encontrar los espacios para intentar sentenciar. Munir fue la última ‘bala’ del conjunto andaluz, pero el mayor número de jugadores ofensivos no se tradujo en más peligro arriba y el margen de error del Sevilla queda anulado.