Las carreras de Ascot dan siempre para más de un comentario, y no nos referimos a los caballos ganadores. La etiqueta del hipódromo y el vestuario de quienes asisten, durante los cinco días que duran, son todo un alarde de imaginación, excentricidad, pero también buen gusto.
Los sombreros de las damas son siempre fuente de risas, sorpresa o admiración. Este año, sobre el césped, en la cabellera de las señoras se han visto desde himenópteros a tamaño de «Jurasic Park» a flores XXL o plumas del tamaño de un pavo real, los elementos más recurrentes.