El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, cumple este jueves un año en una Casa Blanca a la que accedió tras un turbulento proceso electoral que culminó con el asalto al Capitolio el 6 de enero. Transcurridos ya sus primeros doce meses como mandatario, Biden está inmerso en varias crisis, tanto domésticas como en el exterior, y tiene muchos desafíos futuros.
A nivel nacional, Biden se enfrenta ahora a resistencias dentro de su propia formación, el Partido Demócrata, para sacar adelante algunas de sus medidas estrella. El presidente recibió una serie de golpes adversos la semana pasada, que acrecentaron la sensación de que Biden lidera una Presidencia asediada.
Entre ellos, destaca el torpedeo de dos senadores demócratas moderados, Joe Manchin –Virgina Occidental– y Kyrsten Sinema –Arizona– al impulso del presidente a los derechos electorales en Estados Unidos, en lo que constituye un verdadero desafío a su autoridad. Convertir en ley los proyectos sobre derechos electorales y los cambios de reglas para aprobarlas fracasará casi con toda probabilidad si Manchin y Sinema no se alinean con los demócratas.
Los demócratas intentan contrarrestar una ola nacional de proyectos de ley para suprimir la participación de electores en los estados bajo el control de republicanos. Se basan en las mentiras sobre el fraude electoral esparcidas por el expresidente Donald Trump tras las elecciones de noviembre de 2020.
Es cierto que Manchin y Sinema apoyan las medidas, pero se oponen a cambiar las reglas obstruccionistas del Senado, que dictan que la mayoría de las leyes importantes necesitan al menos 60 votos para aprobarse, para promulgar dos proyectos de ley que facilitarían la participación y harían más difícil que funcionarios locales politizados puedan intervenir en los resultados de las elecciones.
A pesar de que Biden les suplicó que cambiaran de opinión la semana pasada, Manchin y Sinema sólo se atrincheraron más en sus posturas. Uno de los principales aliados de Biden y líder de la mayoría demócrata en la Cámara de Representantes, James Clyburn, admitió este domingo en declaraciones a la CNN que ambos proyectos de ley están en «serios problemas».
Puede decirse que hay atasco legislativo en el Senado estadounidense, que parece irresoluble y se debe, en parte, a una pequeña mayoría demócrata en la Cámara de Representantes. No sólo con el proyecto sobre derecho al voto, sino también por el proyecto de ley Build Back Better –Reconstruir Mejor–, la principal apuesta de la agenda de Biden que pretende ampliar la red de seguridad social en el país y luchar contra el cambio climático.
Se ha topado con el obstáculo de Manchin y, por el momento, no está claro si podrá avanzar, incluso después de recortes de financiación y las modificaciones para adecuarse a las demandas del senador. La única esperanza de revivirlo es volver reducir significativamente la financiación al paquete, un proyecto de ley de dos billones de dólares (1.756 millones de euros).
Manchin está preocupado por que el montante empeore aún más la inflación en Estados Unidos, que ha alcanzado su cota más alta en 40 años. Un año de infructuosas negociaciones sugieren que Biden y el Partido Demócrata podrían tener que aceptar una ley diseñada enteramente por el senador, aunque no parece que haya una fórmula aceptable para Manchin. Sin embargo, una propuesta con la financiación reducida enfurecería a los progresistas y podría disminuir la participación de los demócratas en las elecciones intermedias.
«Tienes razón en que está muerto. La versión más reciente –la ya rebajada– no va a ocurrir», dijo el senado demócrata de Virginia Tim Kaine en declaraciones a la CBS. No obstante, aseguró que cree que encontrarán «el núcleo» del proyecto de ley y será aprobado. «Se enfrentará directamente algunas de estas preocupaciones sobre la inflación».
La misión que se impuso Biden de resolver problemas en el país norteamericano también se enfrenta a obstáculos por la erosión de su propio capital político, que se ha visto precisamente afectado por sus repetidas visitas al Capitolio para instar a su formación política a que respalde su agenda, así como por una serie de plazos incumplidos para aprobar otros proyectos de ley.
El bloqueo del Tribunal Supremo a los requisitos de vacunación y pruebas diagnósticas de la COVID-19 para las grandes empresas, una pieza clave de su estrategia de lucha contra la pandemia es otra de las circunstancias que añaden presión al mandato de Biden, según ha destacado la cadena de televisión CNN.
ELECCIONES DE MITAD DE MANDATO
Estas crisis se profundizan según se acercan las elecciones de mitad de mandato, una experiencia tradicionalmente difícil para los presidentes que están en su primer mandato. El Partido Republicano y la maquinaria mediática conservadora dedicada a emborronar su Presidencia, impulsada en gran parte por el culto a la personalidad antidemocrática de Trump, amplifican cada obstáculo y paso en falso de la Administración Biden.
Por lo tanto, existe la posibilidad de que los demócratas pierdan sus mayorías en el Congreso, una derrota que podría aislar a Biden en la Casa Blanca y que conllevaría que no tuviera ninguna posibilidad de aprobar sus proyectos clave mientras se acerca la campaña para la reelección.
La Casa Blanca intentará revertir la narrativa del fracaso y usar a sus oponentes como contrastes efectivos esta semana, con el aniversario de la toma de posesión de Biden como plataforma para el reinicio. La Presidencia estadounidense remarcará los éxitos del mandato de Biden, como la ley de infraestructura, el paquete de alivio para la COVID-19 que ayudó a reducir la pobreza infantil, la baja tasa de desempleo y el esfuerzo del mandatario por reparar alianzas y eliminar la cultura de las mentiras de la Casa Blanca tras el mandato de Trump.
EL PANORAMA EN EL EXTRANJERO
El panorama en el extranjero está igual de complicado. Destaca, sobre todo, la crisis entre Ucrania y Rusia, en la que la Administración Biden ha entrado de lleno después de meses de un peligroso aumento de la tensión. La acumulación de fuerzas rusas en la frontera con su país vecino ha hecho saltar todas las alarmas sobre una posible invasión, lo que causaría la peor crisis geopolítica en Europa desde la Guerra Fría.
La postura de Estados Unidos, alineada con la de la Unión Europea y la OTAN, es agotar la vía de la diplomacia, aunque Biden ha lanzado personalmente varias advertencias a su homólogo ruso, Vladimir Putin, sobre «graves consecuencias económicas nunca vistas» si emprende un ataque contra Kiev.
Si Rusia desafía a Occidente, la credibilidad de Biden recibirá un duro golpe, ya que Putin busca debilitar el poder de Estados Unidos y socavar a la OTAN. Además, un compromiso entre Washington y Moscú se antoja imposible sin dañar los intereses del país norteamericano.
Todo esto ocurre en el marco de un repunte de los contagios de COVID-19 en todo el mundo, también en Estados Unidos, achacado a la propagación de la variante ómicron del SARS-CoV-2.
Si bien es cierto que la pérdida de vidas y que la normalidad no termina de llegar es algo que va más allá del poder de Biden como mandatario, ‘The Washington Post’ destaca que, precisamente como presidente, es el más afectado por las críticas. En estos momentos, los índices de aprobación del presidente se ubican en torno al 40 por ciento en algunas encuestas aunque algunas muestran porcentajes menores.