Por Montse Lloret, etóloga especialista en comportamiento canino y felino.
La Navidad es un momento mágico, lleno de alegría y generosidad, pero también es una época en la que solemos tomar decisiones impulsivas. Entre luces, villancicos y celebraciones, muchas familias consideran la adopción de un animal como parte de los regalos.
Sin embargo, antes de dar ese paso, es crucial reflexionar profundamente. Un animal no es un juguete ni un adorno festivo: es un ser vivo que merece amor, cuidado y compromiso durante toda su vida a nuestro lado.
Pensar que la decisión es un acto de amor, pero también de compromiso
Adoptar un animal es un acto que transforma tanto la vida del animal como la de quien lo recibe. Pero esa transformación solo puede ser positiva si la decisión se toma con el corazón y con la cabeza.
Por desgracia, en todos los refugios que visito, me encuentro historias de perros abandonados meses después de ser adoptados en Navidad. Perros que en su día fueron un regalo sorpresa para una familia con poco tiempo para pasear y educar a un cachorro. Su abandono no solo les rompió el corazón, sino que también evidenció la falta de planificación de sus adoptantes.
Considerar el impacto en la vida familiar
Antes de adoptar, hay que hacerse preguntas importantes:
»¿Quién será el principal responsable de su cuidado?»
»¿Tenemos tiempo suficiente para atender sus necesidades diarias?»
»¿Qué pasará si nuestras circunstancias cambian (mudanzas, trabajo, viajes)?»
Por ejemplo, Laura, madre trabajadora de dos niños pequeños, decidió adoptar a Luna, una gata de la calle. Aunque inicialmente parecía una buena idea, las exigencias de la vida diaria superaron su capacidad para cuidar a Luna, lo que generó que la convivencia entre toda la familia se resintiera.
Reflexionar antes de decidir adoptar
No todas las familias y estilos de vida son compatibles con tener un animal. ¿Se quiere un perro activo o se prefiere un gato más independiente? ¿Se está dispuesto a dedicar tiempo al entrenamiento y la adaptación?
Un ejemplo positivo es el de Juan y Marta, una pareja que pasó meses visitando refugios y hablando para entender qué tipo de animal se ajustaba mejor a su vida. Finalmente, adoptaron a Toby, un perro mayor que se adaptó perfectamente a su ritmo tranquilo y compartió con ellos muchos años de felicidad.
Evitar la compra
La compra de animales durante las fiestas puede fomentar el comercio irresponsable, donde muchos animales son criados en condiciones inadecuadas o vendidos sin garantías sanitarias. La adopción en refugios y protectoras, donde miles de animales esperan una segunda oportunidad, es, sin lugar a dudas, una opción mucho más responsable.
Actuar con previsión para evitar el abandono
Buscar ayuda profesional: Si surgen problemas de comportamiento, consulta a un etólogo. Por ejemplo, un simple hábito como tirar de la correa puede resolverse con entrenamiento adecuado.
Crea una red de apoyo: Hablar con amigos y familiares para planificar quién puede cuidar del animal en caso de imprevistos o vacaciones.
Informarse bien: Entender las necesidades del animal puede evitar decisiones que terminen en abandono.
Reflexión final
Estas fiestas, si se decide incluir a un animal en la familia, hacerlo con la certeza de que será un miembro más, para siempre. Hay que pensar en la felicidad que se le brindará y en la conexión especial que se creará. Cuando se adopta con conciencia, no solo se ha un hogar, sino que también se encuentra un compañero que llena la vida de amor incondicional.
Si se necesita orientación sobre el proceso de adopción o cómo elegir al compañero perfecto, no hay que dudar en contactar con Montse a través de su página web: montselloret.com. Juntos, se puede hacer que esta decisión sea el mejor regalo tanto para la familia como para el animal que está esperando un hogar.
También ayudará a mantener una relación sana y respetuosa con el nuevo compañero de vida.
Montse Lloret
Etóloga especialista en comportamiento canino y felino.