Ser estricto, eficaz y metódico, además de apreciar el trabajo de calidad y la superación personal, pueden ser rasgos positivos que pueden beneficiar a uno tanto a nivel personal como profesional.
Pero algunas personas, en razón de procesos de aprendizaje basados en la sobreexigencia y la sobre-responsabilidad; otras por atribuirse poca eficacia o valor; terceras por tener una elevada necesidad de aceptación o aprobación social, por temor a fallar o equivocarse, tienden a combatir la sensación de duda e inseguridad extremando los requisitos para dar una acción o secuencia de acción por buena y/o acabada.
En estos casos, el perfeccionismo puede acarrear consecuencias negativas para la salud mental: sentimiento de culpa, ansiedad, tristeza; dudas, rumiaciones, indecisión; repeticiones, demoras, comprobaciones; pérdida de eficiencia, insatisfacción.
Con el propósito de ayudar a las personas que sufren las consecuencias del perfeccionismo, la Clínica de la Ansiedad ofrece diversas terapias guiadas por especialistas en ansiedad.
La insatisfacción de nunca acabar: perfeccionismo
La habilidad para aceptar defectos menores es uno de los puntos críticos que marcan la diferencia entre el perfeccionismo que puede considerarse normal o adaptativo y el que no lo es. El perfeccionista moderado se fija niveles altos de desempeño, pero se siente libre para ser menos preciso o riguroso, llegado el caso, si la situación lo requiere o aconseja. Es flexible en procedimientos, fines, orden y medios; tolera la incertidumbre razonablemente sin esperar que su actuación no dé lugar a duda alguna en ningún aspecto y para nadie; finalmente, puede desconectar de la situación una vez fuera de ella.
Las personas para las cuales el perfeccionismo es un problema se rigen por estándares altos de actuación de manera rígida; les cuesta distinguir entre lo esencial y lo accesorio, todo es de importante para arriba; sienten una elevada necesidad de repasar y asegurarse; son muy sensibles a una posible valoración negativa y a la eventualidad de cometer un fallo; les cuesta delegar o lo hacen con un estilo muy controlador. En general, no se mueven tanto la consecución y disfrute de lo bien hecho, sino por la evitación del fallo, la crítica, la duda, la ansiedad y la culpa, de modo que la conducta perfeccionista podría estar más regulada por necesidades de la gestión emocional que del asunto en sí.
Las situaciones de cambio y adaptación, la toma de decisiones importantes, el estrés, la aparición de problemas de estado de ánimo y ansiedad, pueden favorecer la evolución del perfeccionismo hacia extremos negativos, particularmente en personas más controladoras, con fuerte necesidad de aprobación, con miedo intenso a la evaluación social negativa y con autopercepción de baja eficacia.
Cómo se puede regular el perfeccionismo
Hasta cierto punto, el perfeccionismo puede ser motivador y llevar a un alto nivel de logro, pero también puede tener efectos negativos en la salud mental y emocional, generando sentimientos de insatisfacción y ansiedad, afectando la autoestima de las personas porque les resulta difícil dar por buenos los medios y metas que se han establecido. Por este motivo, suelen tener dificultades para cerrar y dar por acabadas las acciones.
Disfrutar del descanso sin sentirse culpable, permitirse cometer errores y aprender de ellos, delegar confiando en la capacidad de los demás y aceptar otros puntos de vista sin buscar imponer el propio, son algunas de las cosas que las personas perfeccionistas pueden incorporar en sus vidas.
El abuso de “los debería”, la sobrerresponsabilización, los principios educativos basados fundamentalmente en atender lo que falta, lo que no está bien, lo cual sería mejorable, contribuyen, también a hacer del perfeccionismo, un problema.
La Clínica de la Ansiedad pone a la disposición de los interesados, recursos y terapias para regular el perfeccionismo y hacer de este rasgo de personalidad un medio para alcanzar metas en forma satisfactoria. Sus especialistas ofrecen sus servicios tanto de manera presencial como a distancia.