Un gigante demográfico con más de 1300 millones de habitantes que está generando una enorme clase media que llegará, según los más optimistas, a 500 millones de personas en 2020 y se convertirá en el primer país emisor de turistas del mundo.
“A la feria muchos van a ver y no a comprar” dice el proverbio anónimo, pero este ejemplo no es correctamente aplicable a los turistas orientales. Viajan para comprar, tanto así que desembolsan una media de 1.000 euros en cada tienda a la que entran.
Son el caramelito de los comerciantes porque representan el 60% de sus ingresos. Cuando entran en un establecimiento buscan ropa y complementos exclusivos. Siguen al pie de la letra las recomendaciones del diseñador Christian Dior, que dice “no compren muchos accesorios baratos, es mejor comprar poco pero bueno”. El turista chino no pasea de tienda en tienda en busca del atuendo o complemento perfecto, sino que embarcan en el avión con la ‘lista de la compra’ hecha.
Y es, al igual que hacía Audrey Hepburn, los turistas asiáticos sueñan “con armarios”. Sin embargo, no es fácil atraerlos. Buscan sentirse como en casa y la exclusividad, además de ahorrarse un dinero porque un mismo producto es más barato en Europa que en China.
Global blue destaca seis claves:
- Promocionarse en los canales adecuados en su país y adaptar las webs al chino mandarín
- Contratar en tienda dependientes que hables perfectamente el chino mandarín
- Conocer sus reglas culturales y hacer un guiño a sus fechas más emblemáticas, como el Año Nuevo Chino
- Promover la devolución del IVA
- Permitir el uso de tarjeta de crédito del sistema más utilizado en su país, el China Union Pay
- Adaptar la ropa más exclusiva al tallaje chino, que es más pequeño que el europeo