El Banco de España descarta que los tipos negativos mermen el crédito

El Banco de España descarta que los tipos negativos que lleva aplicando el BCE a las entidades por custodiar su liquidez desde hace cinco años hayan drenado la oferta de financiación y disminuido su volumen, aunque sí ha empujado a algunas entidades a encarecerla y enfocarse en préstamos de menor riesgo.

Se trata de las principales conclusiones del artículo ‘Ajustes de las políticas crediticias en un contexto de tipos de interés negativos’, elaborado por expertos del organismo tomando de referencia las respuestas de las propias entidades financieras a la Encuesta de Préstamos Bancarios que el Banco Central Europeo (BCE) efectúa cada trimestre con una muestra de 122 bancos de 13 países de la eurozona (10 son españoles).

Los bancos vienen demandando a la institución monetaria cambiar una política que sostienen que no ayuda a mejorar su rentabilidad ni financiacion, en alusión a la decisión del organismo dirigido por Mario Draghi de fijar ya en junio de 2014 un recargo al dinero que dejan en depósito en su ventanilla.

Dicha tarifa, conocida como facilidad de depósitos, pasó de retribuir la liquidez de la banca a cobrarle un 0,10% el 5 de junio de 2014 con la intención de forzar a que el dinero se moviese y diesen créditos, en lugar de embalsar sus recursos en el BCE. Dicha tasa ha sufrido un endurecimento posterior y desde marzo de 2016 se sitúa en el -0,4%.

El estudio del Banco de España concluye que, a pesar de que un 71% de las entidades ya estimaba en el año 2016 que dicho recargo perjudicaba sus ingresos netos por intereses (subirá al 74% en octubre de 2017), «no hay diferencias significativas entre el volumen de crédito ofertado por los bancos afectados y el ofertado por los no afectados».

Según recoje el propio Banco de España, hay numerosos estudios que resumen los posibles cauces de ese impacto en prácticamente tres: una merma de ingresos por no poder repercutir a los depósitos de sus clientes el cobro o tipo negativo que aplica el BCE por miedo a perder dichos clientes; por el perjuicio directo si tienen exceso de liquidez, ya que deben llevar el superávit a la ventanilla del organismo supervisor e, incluso, en su capital si merma sus márgenes de intereses.

El estudio constata esas tesis, ya que sostiene que hay dos tipos de entidades: las que dicen no encontrarse afectadas, y las que sí revelan dicho perjuicio y que coincidirían con aquellas entidades con menor hucha de capital regulatorio, mayores volúmenes de depósitos de clientes o un excedente superior de liquidez.

Pero incluso en esta última situación, los autores sostienen que el perjudicio no se ha traducido en una caída de los volúmenes financiados o de la oferta de manera querida sino en un endurecimiento de las condiciones del crédito. «Los resultados muestran que los bancos afectados tienden a endurecer los términos y las condiciones de los préstamos a través de una reducción de los vencimiento medios de sus préstamos y de un mayor nivel de comisiones que los bancos no afectados», indica al respecto.

Según el análisis, los afectados por los tipos de interés negativos muestran además un descenso en su nivel de tolerancia al riesgo en el segmento de crédito a empresas no financieras, algo que durante la crisis pudo estar detrás de que algunos bancos españoles redujesen su financiación a empresas con un perfil de riesgo más elevado y la aumentasen a compañías con menor riesgo.

El artículo no lo menciona, pero durante la crisis el estrechamiento del crédito afectó de manera especial a las pymes, en constraste con la mejor disposición de fondos para grandes empresas.

El estudio precisa, no obstante, que el endurecimiento de las condiciones depende del mercado. Así, los bancos que se reconocen afectados por los tipos negativos «tienden a reducir el vencimiento y tamaño de sus préstamos y a aumentar las comisiones asociadas a éstos solo en aquellas jurisdicciones en las que existe un alto grado de concentración bancaria». «Por el contrario -avisa- no se produce ningún tipo de ajuste en los mercados más competitivos, probablemente para evitar la pérdida de clientes y por el menor poder negociador de éstos».