El Banco de España pide «estímulos» para mejorar la calidad del turismo y llegar a mercados más rentables

El Banco de España apuntó este miércoles que las políticas económicas que se adopten para mitigar la crisis en el sector turístico nacional deben, además de mitigar las pérdidas a corto plazo, impulsar «cambios estructurales» que permitan mejorar la calidad de los servicios y captar mercados «con mayor gasto promedio»

La entidad detalló en un artículo contenido en su Boletín Económico sobre la evolución reciente del turismo extranjero en España que la «incipiente» recuperación del sector producido a finales de junio y principios de julio «parece haberse truncado en agosto» debido al empeoramiento de la crisis sanitaria.

Debido al peso del turismo extranjero en la economía española y a que es poco factible que los flujos globales alcancen los niveles previos a la pandemia antes de 2022, el Banco de España recomendó que entre los cambios estructurales se impulse la digitalización, se refuerce el capital humano y la sostenibilidad de los destinos.

Sobre ese último punto, la entidad incidió en los destinos ubicados en el litoral y destacó la necesidad de mejorar la «experiencia turística a través de una oferta más diferenciada y menos congestionada» que ofrezca unos servicios de «mayor calidad».

«Estos avances permitirían consolidar la diversificación del turismo extranjero hacia mercados -como Estados Unidos, China y los países nórdicos- y segmentos -por ejemplo, el turismo urbano y de negocios- con mayor gasto promedio que ya se estaba iniciando antes de la crisis sanitaria», agrega el documento.

El análisis publicado por el Banco de España desglosa la evolución reciente del turismo extranjero en España y entre las cifras que aporta figura que las exportaciones de servicios turísticos supusieron en 2018 el 5,6% del PIB y el 16% del total de las ventas en el exterior de bienes y servicios. Por ello, apunta que la economía española es «particularmente sensible» a la evolución de este sector.

Según constata, tras el confinamiento y ante la «clara senda de mejoría» de la situación epidemiológica, «se relajaron las restricciones que se habían impuesto a la movilidad internacional en los momentos de mayor incidencia de la enfermedad» animando una ligera mejoría.

«Esto permitió que el turismo extranjero empezara a reactivarse en España de forma gradual», como lo atestiguan indicadores de alta intensidad tales como el gasto de las tarjetas de crédito emitidas en el extranjero o las búsquedas por internet de vacaciones en España.

Conforme recuerda y de acuerdo con las estadísticas Frontur, las llegadas de turistas extranjeros «suavizaron» así en julio su ritmo de contracción hasta el 75% interanual, frente al casi 98% que habían acusado en junio, gracias, sobre todo, a la llegada de ciudadanos de los países más cercanos que podían acceder por carretera.

La encuesta de Gasto Turístico también reveló que el gasto de los visitantes extranjeros cayó un 80% interanual el julio, pero inferior también al 98,6% que lo hizo en junio, por el menor flujo de turistas y por un gasto más contenido, aunque en lado positivo aumentaron su estancia media de 0,6 días, hasta los 8,1 días.

Sin embargo, el Banco de España constata que la paulatina reactivación del turismo extranjero tras la reapertura de las fronteras «ha sido muy limitada» y se ha visto «truncada por el empeoramiento de la crisis sanitaria» que llevó a muchos países a establecer nuevas restricciones para los viajeros procedentes de España o de algunas de sus regiones.

El organismo prevé que estas nuevas restricciones, junto a las recomendaciones de no viajar a nuestro país, «previsiblemente seguirán teniendo» un impacto «muy acusado» en los flujos de visitantes extranjeros, como también podrían suponer “un desincentivo adicional para la demanda turística» las limitaciones de aforo y actividad en el ocio y la restauración impuestas de nuevo por algunas autoridades españolas.

La situación estaría detrás de que desde finales de julio ya se observase «un estancamiento» en la recuperación y que haya inducido una caída de las reservas o cancelaciones, con el consiguiente «empeoramiento» de las perspectivas del sector.

Por eso alienta a que, además de ayudar a mitigar el impacto en las rentas a corto plazo, se incentiven «cambios estructurales» dirigidos a mejorar la calidad de los servicios y para lograr captar mercados «con mayor gasto promedio» a los tradicionales.