Ni irán a la compra por nosotros ni nos traerán un pedido de Amazón que recibiremos en la terraza.
Si se creyeron a Bezos, cayeron en su exitosa trampa comercial.
La industria todavía no puede despegar y ya hay tantos tipos de drones como yogures en la estantería del supermercado. Pero lo cierto es que los juguetes que se venden en las grandes superficies comerciales bajo ese nombre, nada tienen que ver con las aeronaves no tripuladas que no tardarán mucho en cruzar nuestro espacio aéreo.
Los sistemas aéreos pilotados remotamente (RPAS, por sus siglas en inglés) esperan que en pocos días el Ministerio de Fomento presente el borrador del Decreto Ley que regulará su vuelo a través de un espacio aéreo segregado. Es decir, el establecimiento de pasillos delimitados en recorrido, altura y horarios, para que estas aeronaves cumplan su función civil.
Se trata, como se puede uno imaginar, de una tarea ardua que posteriormente tendrá que consensuarse en Europa y la legislación comunitaria en la que Bruselas ya está trabajando.
Garantizar la seguridad, en todas sus vertientes, es el principal reto de la Administración que lidera una mesa de trabajo con la industria española del sector para sacar a delante la normativa. “Un drone no es un juguete. Sus aspas pueden matar a alguien”, nos dicen desde la Agencia Estatal de Seguridad Aérea (AESA). “En ningún país del mundo el vuelo de drones está permitido en centros urbanos”, añaden.
La broma le valió un susto de 10.000 dólares al joven austriaco de veinticinco años Raphael Pirker cuando en 2010 utilizó su pequeño artefacto teledirigido de fabricación propia, para sobrevolar la Estatua de la Libertad en Nueva York. Después de arrasar en Youtube con el video de su hazaña, le llegó la multa de la Administración Federal de Aviación de EE.UU. Sin embargo, tres años después, Pirker ha conseguido lo que no ha podido hacer ni Jeff Bezos ni los magnates de la mensajería Fred Smith (FedEx) o Scott Davis (UPS). El pasado mes de marzo, el joven (ya empresario afincado en Honk Kong) le ganó la batalla en los tribunales a la Administración Estadounidense.
Entonces ¿Qué hay de cierto en las palabras de Jeff Bezos?
Lo cierto es que la victoria del joven austriaco en los tribunales ha abierto una brecha en el férreo control que las autoridades estadounidenses ejercen sobre su espacio aéreo. Pero los poderes legislativos de EEUU y de Europa no están dispuestos a permitir que un vacío legal les deje en cueros ante posibles intrusiones de aeronaves sin control.
El fundador de Amazón consiguió, el diciembre pasado, que todo el mundo hablase de su compañía, al sugerir que estaban pensando en distribuir sus pedidos a través de aeronaves no tripuladas. Un escenario que desde la EASA ven más que improbable.
Siim Kallas, Vicepresidente de la Comisión Europea encargado de Transportes, afirmaba a finales de 2013 que “los drones civiles pueden comprobar si hay daños en puentes de carretera o ferroviarios, supervisar catástrofes naturales tales como inundaciones o fumigar cultivos con gran precisión. Los hay de todo tipo y tamaño. En el futuro podrán incluso repartir los libros que hayamos encargado a nuestra tienda en línea favorita. Pero muchas personas, incluido yo mismo, tienen dudas sobre la seguridad, la protección y la privacidad en relación con estos dispositivos».
Según la los cálculos de la Comisión Euroea, la mejora tecnológica de los drones civiles está mejorando tanto que hay posibilidades de lograr un crecimiento y una creación de empleo considerables. Según sus estimaciones, su valor en los próximos diez años podría representar un 10 % del mercado de la aviación, es decir 15 000 millones de euros al año.
La industria actual va por otros derroteros
Control de fronteras y contrabando, agricultura inteligente, vigilancia forestal y de tendidos eléctricos de alta tensión. Esos serán los principales fines de los drones que surcarán el cielo español próximamente, y no otros.
En la actualidad, la casi recién nacida Asociación Nacional de RPAs calcula que en nuestro país ya hay cerca de doscientas empresas relacionadas con el desarrollo, fabricación y comercialización de drones, a pesar de no poder operar con ellos todavía en el territorio nacional.
Mientras estas compañías esperan que la regulación entre en vigor, su primer paso para poder operar es conseguir la matrícula y certificado europeo de navegabilidad para sus drones. De momento, sólo un modelo goza de esta acreditación: el FT-ALTEA, diseñado y desarrollado por la española Flightech. La pionera en el mercado español ya está trabajando en su sucesor, con el que espera superar la autonomía, capacidad de carga y velocidad de su primogénito.
Estilo helicóptero o estilo avión. Ese podría ser, en lenguaje coloquial, las dos principales variantes en el diseño de estos novedosos artefactos. El FT-ALTEA es de los segundos. “Tiene 6 metros de envergadura, un peso máximo al despegue de 80 kilos, mantiene una velocidad prudente de 110km/h y cinco horas de autonomía”, explica Javier Gimeno desde Flightech.
La carga de pago, es decir “las instalaciones en el lomo del avión donde una especie de burbuja transparente alberga elementos, es de 15 kg”, añade Gimeno. Normalmente se trata de cámaras térmicas, digitales o de infrarrojos, para observar todo lo que ocurre en la tierra en tiempo real.
2.7 millones de euros por un kit de drones
Petroleras, eléctricas, gasísticas y administraciones públicas (locales, autonómicas o nacionales). Ese es el mercado potencial del FT-ALTEA con los que Flightech ya estrecha lazos para garantizar tener a punto el stock cuando la legislación permita su uso.
La confidencialidad no permite la divulgación del nombre de sus clientes, pero si conocemos el precio del kit básico: 2,7 millones de euros por la estación terrestre base (ordenadores, joystick y complementos técnicos sofisticados) y tres drones.
“Hay muchas compañías que para la vigilancia de tendidos eléctricos tienen que ir uno por uno, con lo que esto significa en cuanto a personal y tiempo. En este sentido, estos drones pueden hacer la labor porque están diseñados para detectar cualquier tipo de problema que se pueda presentar en su funcionamiento” explica Gimeno. “Las aeronaves no tripuladas minimizan tremendamente los costes y los riesgos de estas labores”, concluye.
La nueva normativa exigirá que sea un piloto quien los dirija
El Ministerio de Fomentó dará a conocer a finales de mayo el borrador del Real Decreto que regulará el uso de las aeronaves no tripuladas. Según informó la secretaria general de Transporte, Carmen Libero, el Real Decreto regulará su uso a nivel comercial y profesional.
Una de las premisas que va a establecer el Gobierno es que estos aviones tendrán que estar dirigidos (no tripulados) por pilotos comerciales y desde una base terrestre operar el avión, coordinar y vigilar su vuelo. Aunque el principal reto regulatorio es el espacio aéreo segregado para evitar colisiones e interferencias con otro tipo de operaciones comerciales.
Una vez la nueva normativa entre en vigor, tendrá que consensuarse con la regulación Europea. En total, siete países (Francia, Alemania, Grecia, Italia, Holanda y Polonia, además de España) tienen han subscrito un documento en el que se comprometen a establecer una «comunidad europea de usuarios» de drones de nueva generación, dotados de gran autonomía y capaces de volar a altitud media.
El Vicepresidente Kallas ya dijo en su comparecencia otoñal que este es el momento adecuado para trabajar en esta legislación comunitaria “Porque las aeronaves teledirigidas, casi por definición, van a cruzar las fronteras y la industria todavía se encuentra en sus primeras fases de existencia. Tenemos la oportunidad de establecer un conjunto único de normas con las que todos puedan trabajar, como hacemos en el caso de las grandes aeronaves».