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El FMI sitúa en el 2,4% el crecimiento de España para 2024 y en el 2,1% el de 2025

La economía española crecerá un 2,4% este año y un 2,1% el siguiente, según las nuevas previsiones del Fondo Monetario Internacional (FMI), que mantiene así sin cambios sus últimas proyecciones para España, publicadas en junio como parte del informe anual ‘Artículo IV’.

De este modo, España se mantiene como la gran economía europea que mejor desempeño tendrá este año y el siguiente, superando con creces el promedio de crecimiento estimado para la eurozona del 0,9% en 2024 y del 1,5% en 2025.

Asimismo, las nuevas previsiones del FMI coinciden con la proyección de crecimiento del PIB en 2024 anunciada este martes por el Gobierno y se sitúa una décima por debajo que el 2,2% pronosticado por el Ejecutivo para 2025.

Sobre la fortaleza de la economía española, Petya Koeva, subdirectora del Departamento de Investigación del FMI, ha señalado que la mejora al 2,4% de la previsión de crecimiento para 2024, respecto del 1,9% previsto la pasada primavera, se debió en gran medida al resultado visto en el primer trimestre, donde hubo un repunte de la inversión y una gran fortaleza de las exportaciones de servicios.

«España es un punto brillante en la zona euro en términos de revisiones», ha apuntado.

En términos más generales, la economista ha señalado que «la historia en España sigue siendo la que teníamos antes» y sigue confiando en que los ingresos reales impulsen la demanda interna a medida que baja la inflación y, lo que es más importante, los fondos de la UE, también están ayudando a mejorar las perspectivas.

La revisión de las perspectivas de crecimiento para España forma parte de la actualización de previsiones publicada este martes por el FMI, que ha mantenido sin cambios su pronóstico de crecimiento del 3,2% este año para la economía global, pero ha mejorado una décima, hasta el 3,3% la estimación para 2025.

Entre las economías avanzadas, la institución mantiene sin cambios su expectativa de que el crecimiento aumente este año un 1,7% y un 1,8% el siguiente, a pesar de revisar una décima a la baja la expansión prevista para Estados Unidos en 2024, hasta el 2,6%, mientras que reitera su pronóstico de crecimiento del 1,9% para 2025.

En el caso de la zona euro, las nuevas proyecciones del FMI contemplan una expansión del PIB del 0,9% en 2024, una décima más de lo esperado en abril, y mantienen en el 1,5% la previsión para 2025.

En concreto, Alemania crecerá un 0,2% este año y un 1,3% en 2025, en línea con lo anticipado, mientras que Francia ve mejorada dos décimas, al 0,9%, su expansión prevista para 2024, pero recorta una décima, hasta el 1,3%, la de 2025. En el caso de Italia, el FMI prevé una expansión del 0,7% este año y del 0,9% el siguiente, lo que supone una mejora de dos décimas en 2024 y mantener estable su anterior previsión para 2025.

Entre las economías emergentes, la institución anticipa un crecimiento del PIB del 4,3% este año y el próximo, mejorando así en una décima sus respectivos pronósticos del pasado mes de abril, después de mejorar en cuatro décimas para cada uno de los ejercicios sus pronósticos para China, con un crecimiento del 5% en 2024 y del 4,5% en 2025.

Las proyecciones del FMI han tenido en cuenta las revisiones al alza de los precios de las materias primas, incluyendo una caída menos pronunciada de lo estimado anteriormente de los precios de las materias primas energéticas, lo que refleja los elevados precios del petróleo ante los profundos recortes de la OPEP+ y la presión sobre los precios del conflicto de Oriente Próximo.

Por otro lado, la institución sigue esperando que los tipos de interés de los principales bancos centrales disminuyan en la segunda mitad de 2024, aunque subraya que la divergencia en el ritmo de normalización reflejará las diversas circunstancias inflacionarias.

En general, el FMI considera que los riesgos para las perspectivas siguen equilibrados, aunque avisa de que algunos riesgos a corto plazo han ganado importancia, incluyendo riesgos al alza para la inflación que se derivan de la falta de progreso en la desinflación de los servicios y las presiones sobre los precios que emanan de renovadas tensiones comerciales o geopolíticas.

«La escalada de las tensiones comerciales podría aumentar aún más los riesgos a corto plazo para la inflación al aumentar el coste de los bienes importados a lo largo de la cadena de suministro», señala en su informe.

Asimismo, advierte de que «el mal uso de políticas orientadas hacia el interior y domésticamente compromete la capacidad de abordar desafíos globales», como el cambio climático, respecto de los cuales la cooperación y el comercio multilaterales son vitales.

Estas políticas también suelen ser inadecuadas para abordar cuestiones internas, ya que aumentan las presiones fiscales y corren el riesgo de sufrir mayores distorsiones, como una mala asignación de recursos.

«Por lo tanto, todos los países deberían reducir el uso de medidas que distorsionan el comercio y, en cambio, esforzarse por fortalecer el sistema de comercio multilateral», concluye.

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