El lobo Rajoy se come a una caperucita Esperanza olvidada por el Espíritu Santo

A pesar de haber ganado las elecciones por la mínima, he que reconocer que me da lástima ver cómo caperucita Esperanza ha caído en la trampa del lobo Rajoy. Cuando hace dos meses la voz de su amo María Dolores de Cospedal te llamó para ofrecerte ser la primera dama de una capital «sucia» no dudaste en decir que sí. El mito de la castiza dama de hierro sin pelos en la lengua «ni politiqués» que valga empezaba a desmontarse para muchos de los que te apoyaban, querían y admiraban.

El lobo Rajoy lo tenía todo meditado, el killer, como le llaman en los mentideros de Moncloa, meditaba en silencio el siguiente paso de una venganza para la que no había marcha atrás. Acabar con la bicefalia del dragón azul de los populares madrileños era el primer paso, Ignacio González la primera víctima mortal. No te percataste, y quizá por eso de mantenerte lejos de bajar los humos te aproximaste al rojo con tus actos, y atacando de forma poco elegante al azul que te llevó, a finales del siglo pasado, a recorrer los pasillos de Moncloa y del Ministerio de Cultura. Esperanza, ¿acaso te olvidaste de ese dicho que reza que no muerdas la mano que te da de comer?

Sin pudor ninguno volviste a mostrarte de rojo. En público y durante un desayuno lleno de periodistas, hablaste de los árboles con los que pretendías llenar de verde la Puerta del Sol, de la cubierta de la trasera de Cibeles «que gasta mucha calefacción», de impuestos y multas confiscatorias, de alquileres y de alquilar… En loor de multitudes te acercaste a los taxistas, los mismos que a final de mes tendrán derecho a un sobresueldo por lucir tu sempiterna sonrisa. Tanto en petit comité como en la radio de todos no has titubeado al calificar de «cochina» y «sucia» a la que hasta hoy era Alcaldesa de Madrid. Las formas sibilinas que empleaste no lograron convertir ni en más elegante ni en más correcto el significado.

Por sus actos la conoceréis debió pensar el lobo Rajoy, cuando pertrecho su venganza. Y es que de modo tan vil servía tu cabeza, de nuevo, en bandeja de plata a sus fieles, esos que antaño también eran tuyos. Y es que los Populares, tanto de alta como de baja alcurnia, están hartos y piden firmeza, piden credibilidad, piden realidades y no demagogias. Y sobre todo, Caperucita Esperanza piden humildad.

Hoy Madrid ha hablado y te ha relegado por caduca, como la hoja de tus árboles, a una segunda plaza que deja a la capital de España in albis en la deriva de la ingobernabilidad que muchos no deseamos. Quizá caperucita Esperanza, debías haberte mantenido más próxima al naranja, ese con el que dicen en los corrillos que jugaste al despiste hace unos meses y ante el que tendrás que agachar la cabeza si es que quieres ser primera dama.

Caperucita Esperanza, esta noche, el lobo Rajoy se frotará las manos, a él le quedan, al menos, seis meses para recuperar el bastón de mando, tu lo has perdido porque sea como fuere y a la vista de los resultados de las elecciones del cambio ni el Espíritu Santo te escucha y quedas desde ‘Ahora’ sometida al yugo del pacto.

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