El precio de los carburantes se ha encarecido esta semana hasta un 0,85%, encadenando así su quinta subida consecutiva a la estela de la espiral alcista en el precio del crudo, y suma ya un repunte de hasta un 4% desde principios de noviembre.
En concreto, el precio medio del litro de gasolina ha subido un 0,43% esta semana, sumando esa quinta alza seguida, para situarse en los 1,175 euros, según datos del Boletín Petrolero de la Unión Europea recogidos por Europa Press.
Por su parte, el precio del gasóleo se ha encarecido un 0,85%, también en su quinta semana de subidas, para elevarse hasta los 1,057 euros el litro.
Desde la segunda semana de noviembre, el precio del gasóleo acumula una subida del 4%, mientras que en el caso de la gasolina es casi un 2,9% más caro.
Este encarecimiento prosigue a rebufo de la recuperación en los precios del petróleo tras el anuncio de una pronta vacuna contra el coronavirus a principios de noviembre.
Así, el barril de crudo Brent, de referencia en Europa, cotizaba este jueves en los 51,6 dólares, mientras que el Texas americano se intercambiaba a 48,37 dólares, manteniendo así su espiral alcista.
De esta manera, los carburantes recuperan las subidas que vivieron a lo largo del periodo estival, con incrementos desde el pasado mes de mayo, cuando descendieron a mínimos por el desplome registrado durante el confinamiento por el coronavirus.
Con esta nueva subida, el litro de gasolina se mantiene en torno a un 9,6% más caro frente a esos mínimos de mayo, mientras que en el caso del gasóleo su precio es un 7,8% superior.
No obstante, la gasolina sigue estando más barata en España respecto a la media de la Unión Europea (UE) y la zona euro, donde el litro cuesta 1,271 euros y 1,310 euros, respectivamente, al mismo tiempo que el litro de gasóleo cuesta de media 1,150 euros en la UE y 1,166 euros en la eurozona.
El menor nivel de precios finales con respecto a los países del entorno se debe a que España, pese a las subidas del IVA, a los mayores impuestos y a los gravámenes al biodiésel, sigue contando con una menor presión fiscal, en general, que la media comunitaria.