Buscar
Cerrar este cuadro de búsqueda.

El sueño, rotundo ganador de un debate hueco de futuro

Tras el debate a cuatro (en el que faltaron al menos dos) la expectación ayer era máxima. El vilipendiado y ‘populachero’ Mariano se enfrentaba al líder imaginario de la oposición, Pedro ‘el joven’ al abrigo de un plató que, de austero resultó vacío. Escenario que hacía presagiar lo que pocos minutos después iba a acontecer en forma de verbo.

Discursos ambos que se pueden tachar de desocupados de propuestas, despejados de la realidad y huecos de futuro, echándose de menos la naturalidad e ímpetu de Soraya. Permítanme en este punto que les cuente una confidencia, lo vacuo del debate en el que lo más representativo fueron los gestos de un Manuel Campo Vidal del que, se esperaba más, consiguió que los dos periodistas que compartimos techo nos ocupásemos de asuntos más provechosos para el intelecto, leer la prensa deportiva uno, y dibujar planes para aligerar la resaca post-electoral la otra. No les digo ya, mi pobre madre, que de aburrimiento y hastío decidió aprovechar la cama para ella sola.

Opinión compartida por unos cuantos colegas de profesión que esta mañana desayunábamos junto a las previsiones de un grupo de economistas liderados por José Luis Feito, presidente del Instituto de Estudios Económicos. ¡Al fin!, alguien aportaba luz sobre el futuro que nos espera.

¡Bendita profesión esta que nos permite divulgar aquello a lo que nuestros políticos se resisten!, he pensado. Como ya adelantó hace un par de semanas el Comisario Moscovici, España necesitará de más reformas y de un acelerón en la corrección de los desequilibrios si no queremos como bien vaticinaba Feito «viajar en el tiempo para revivir una caída masiva del PIB, un incremento desmesurado del desempleo o una huída de las inversiones», y eso sólo entre otros muchos males de, como diría Cervantes, «cuyo nombre no quiero acordarme».

Y es que sin irnos a la peor de las situaciones protagonizada por los partidos del «populismo económico y del travestismo», ni por supuesto tampoco a la mejor, la del reformismo y la viveza del proceso de corrección de ajustes, la ‘cosa’ económica no pinta bien. No cumpliremos el déficit ni en 2015 ni en 2016, y el superávit de nuestra balanza de pagos será inferior al uno por ciento, cuestiones ambas que «no serán suficientes para enfrentarnos al cambio de ciclo» marcado por la subida de los tipos de interés y del precio de las materias primas, y más concretamente del petróleo.

La receta frente al desaguisado, un mercado de trabajo eficiente y flexible en el que «el despido sea el último recurso», aderezado eso sí con crecimientos salariales acompasados al ritmo del aumento de la productividad. Todo un guiño a las insistentes premisas de Mariano y su ministra Bañez que repetían ayer lo que se anunciaba hace cuatro años.

Volviendo al debate, la realidad es que ninguno de los dos candidatos aportaron. De soluciones nada, sólo promesas que quedarán al albur del beneplácito de resto de los 27 socios del ‘club Europa’. Aunque he de reconocer eso sí que Mariano supo estar y dejar el listón de la educación y los valores bien alto. Cosa que de tanto llenarse la boca Pedro, ‘el joven’, no tardó en perder. Querido Sánchez, primera regla del buen parlamentario, ponente o ‘de-batidor‘: saber escuchar o lo que es lo mismo, no interrumpir el discurso del contrario. Quizá, para que lo entienda, deba rebajar la expresión a niveles más populistas «por más que chilles si no la tienes (la razón), no la vas a llevar».

Así los patinazos de Pedro, ‘el joven’, en temas como la renovación del Pacto de Toledo -que les recuerdo fue anunciada en agosto por Tomás Burgos en el Congreso de los Diputados-, la maternidad de la que, según usted, no es la menopausia sino Rajoy quien nos priva, la ruindad del enfrentamiento por un tema tan delicado como la violencia de género y sus «in-decentes» descalificaciones, convirtieron a Mariano en líder de un debate que en definitiva fue más de lo mismo y que culminó con un claro y rotundo vencedor, el sueño.

{DF} +Leídas