Antes de comenzar a leer este artículo, le avisamos de que puede contener algunos spoilers.
El Lobo de Wall Street de Martin Scorsese está partiendo en dos las taquillas. Todo el mundo quiere ver las tres horas de un film donde, quizá, Leonardo Di Caprio (Leo para las de mi generación) haya hecho el papelón de su vida. La historia, como ya sabrán, es la de Jordan Belfort, un agente de Wall Street que se hizo de oro y fue acusado y condenado por blanqueo de dinero y manipulación del mercado de valores. Eso, aliñado con una gran dosis de drogas, prostitutas y grandes lujos.
Este caso concreto de Belfort es real, biográfico, pero ¿Y el resto de los brokers? ¿Es la norma llevar esa vida de desenfreno cuando vives de la Bolsa? La respuesta es no, más que nada, porque ahora los movimientos bursátiles no dan tantos beneficios como hace veinte años. No es tan fácil hacerse rico. José Lizán, gestor de SICAVS de Auriga Securities cree que esta película da una imagen más hollywoodiense que real, endiosando a los agentes y creando personajes que no existen. Prosigue diciendo que la visión que nos da la cinta es, en todo caso, la excepción. Algo que apoya Alberto Iturralde, responsable de Diasdebolsa.com que comenta que este estilo de vida no es real, sino “de película” o incluso de adolescentes.
Puede que haya agentes de bolsa con mucho dinero en la City de Londes o en Wall Street, que lleven una vida muy exagerada, pero lo cierto es que en España no se gana este dineral. Diasdebolsa.com dice que la forma de hacer negocios que plantea la película se puso muy de moda en los 80 y 90, algo que llevó a cometer estafas y por ende, a reforzar el control de las actividades bursátiles por parte de las autoridades americanas. Por ello, concluye Iturralde afirmando que hoy en día es más complicado encontrar a este tipo de agentes salvajes.
Una opinión similar tiene Álvaro Blasco, director de Análisis de ATL Capital que cree que se hace una fotografía muy exagerada de la figura del bróker y que por supuesto, en España estamos a años luz de poder contar una biografía tan fantástica como la de Belfort. De hecho, Lizán nos explica como estas historias llevan a los becarios a error, que llegan maravillados, predispuestos a encontrar una fiesta que no existe y en su lugar, solo hay cifras, papeles y excells. Pero nada de drogas, señoritas y mucho menos un mono o un jefe que se come a tu mascota.
Blasco dice que en EEUU puede que haya casos como el del protagonista de Scorsese, pero muy contados. Hay quien gana cantidades ingentes de dinero y que entonces sí que les da un poco la locura. Pero nos aclara que en EEUU hay dos tipos de brokers: el que se dedica a estudiar valores para recomendarlos a sus clientes y el que vende lo que otros han analizado. Éstos sí que se lanzan a vender con mucha agresividad.
En resumen, si lo que queréis es ir a trabajar con un mono de la mano vestido de futbolista, mejor que dejéis vuestro currículum en el zoo, porque en ninguna casa de análisis (y menos española) os encontraréis con un panorama similar al de “El Lobo de Wall Street”.