En un taller ubicado en el municipio Cotorro, en la periferia de La Habana, Mica Romero y Jorge Luis de la Fuente, diseñadores de profesión, innovan con materiales reciclados. Entre todas sus creaciones resaltan las fuentes decorativas que desde noviembre de 2019 son el centro de un nuevo emprendimiento.
Estos makers (innovadores) desde hace más de una década trabajan en diseños ecológicos basados en la reutilización de desechos plásticos para elaborar desde sistemas de plomería, filtros de agua hasta las gafas de protección que en estos meses de pandemia han donado al personal de salud.
“¿Por qué desechos? Primero, es el único material que tengo a mano ya que no hay un mercado de materiales al que pueda acceder. Los diseñadores industriales trabajan con polímeros, madera, metales, proceso de metalurgia, procesos de petroquímica. Si no se puede acceder a estos, pues entonces hay que buscar alternativas, innovar”, explica De la Fuente a la Redacción IPS Cuba.
La gran cantidad de plástico, un material no biodegradable, liberado al medio ambiente, y el nivel de contaminación que produce sobre las aguas, es la otra razón que los motivó.
Para que su trabajo tenga un mayor impacto han investigado, incluso, sobre el origen y la historia detrás de la producción de diferentes tipos de plásticos. “Estudios casi antropológicos”, señala De la Fuente, quien se ha convertido también en promotor del reúso.
Hidrodecoración De la Fuente
A pesar de que las instalaciones para la gestión del agua pueden considerarse la marca del trabajo que han realizado hasta hoy, eran de las menos conocidas. Por esa razón en algún punto decidieron hacer espectáculos de agua, como una forma de promoción que además conecta con el apellido del diseñador.
Innovación abierta y comunitaria
En 2013, el equipo maker aglutinado por De la Fuente obtuvo la patente por un sistema de plomería que utiliza desechos como envases plásticos.
Cuando se patenta una innovación se abre la posibilidad de que una industria se interese en el diseño y te pague una licencia para reproducirlo. Pero esa oportunidad nunca llegó, recuerda el innovador.
“La tendencia ahora no es a patentar, es a abrir el conocimiento y cooperar. Nos hemos dado cuenta que se avanza más de esta forma. A veces pasan 10 años y no sucede nada con la patente”, afirma.
De la Fuente forma parte de Copincha, una comunidad tecnológica de colaboración abierta integrada por innovadores, desarrolladores y artistas. Los conocimientos y experiencias que resultan de esa articulación se documentan y socializan en su sitio web.
Otra de las conexiones con el entorno social ha llegado con el grupo Agua Amiga de las niñas y los niños, un programa educativo creado por el estatal Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos y apoyado por el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia.