El Conseller d’Empresa i Ocupació no descarta una marcha atrás en el proceso independentista
Diálogo, negociación y flexibilidad. La bandera que enarbolaban empresarios y entidades financieras la pasada semana con respecto a la posible independencia de Cataluña no parece estar tan alejada de la posición de algunos miembros de la Generalitat y partidarios del ‘Junts pel sí’.
Es el caso de Felip Puig, Conseller de Empresa i Ocupació (Empresa y Empleo), que el pasado martes en el programa Pulso Empresarial de Gestiona Radio confesó que «si hubiera una propuesta de revisión del pacto (fiscal) estoy convencido de que una parte de la sociedad catalana lo intentaría volver a contemplar […] Si ésto se pone encima de la mesa estoy convencido que no se va a negar nunca el diálogo y la posibilidad de sentarnos, no para retroceder pero si para incorporar elementos de perspectiva nueva de cara al futuro «. Puig se refería a la posible marcha atrás en el proceso independentista frente al supuesto de que el Gobierno central accediese a negociar en cuestiones como la autonomía fiscal y la financiación autonómica. Ahora bien, siempre y cuando se sometiese a «un cierto proceso de consulta popular».
Algo que podría suceder «no el 27 de septiembre ni el 28, pero sí a primeros de enero – febrero» superado el inmovilismo que se espera en el plano político y social durante el periodo entre las elecciones autonómicas y las generales del mes de diciembre.
Haciendo uso de la memoria histórica y en abierta mención a La Trinca, el Conseller puso en valor la capacidad de negociar de los catalanes «durante 35 años bajo el grito: libertad, amnistía y estatuto de autonomía». Un periodo durante el que «el partido que yo represento (Convergència Democràtica de Catalunya) pactó con la UCD, pactó con el PSOE, pactó con el Partido Popular, hemos pactado con todos».
El objetivo de estos acuerdos, explicó Puig pasaba por llevar adelante un «proyecto compartido de equilibro y respeto mutuo». Algo que finalmente «ha pasado a la independencia» por la «hostilidad» y el partidismo del Gobierno central en las negociaciones «hasta 2010 con la sentencia del Tribunal Constitucional se mantuvo la esperanza de recomponer el pacto constituyente que tan sólo contemplaba el pacto fiscal y el concierto económico» destaca.
A ello se une el «desacomplejamiento de los que vivimos la transición» y el movimiento social que no supone una particularidad de Cataluña y que «está poniendo en tensión el sistema político en Europa. Algo se mueve» afirmó. De hecho y según los datos de las encuestas y estudios elaborados por la Generalitat, que no dudó en hacer públicos, un 20 por ciento de la sociedad se manifiesta a favor de la independencia, la mayoría del Parlamento se posiciona en el misma línea y el 95 por ciento de los Ayuntamientos son partidarios de «abrir un proceso democrático a favor de decidir el futuro».
En este sentido Puig concluyó que hoy por hoy a Cataluña le quedan tres vías, «secesión, renuncia y sumisión o una tercera con un nuevo pacto sobre la mesa», algo, esto último, que considera «ciencia ficción».