La salida en cascada de los pesos pesados de McCann Worldgoup en España supone el final de toda una generación. Una generación que ha dado muchas tardes de gloria a la publicidad de nuestro país. Una generación que pasará a la historia por haber logrado mantener a la agencia en el liderazgo creativo durante muchos años. Y eso en un mercado tan altamente competitivo como el español es muy complicado.
El coronavirus ha puesto punto final a una etapa de más de 30 años con un equipo directivo que ha llevado a McCann a los más altos estándares creativos, con innumerables reconocimientos en los más importantes festivales dentro y fuera de nuestras fronteras (Premios Eficacia, Cannes Lions, El Sol, etc).
Después de muchos años con una gestión ejemplar y sus lógicos problemas para capear cada crisis, Félix Vicente (56 años) –que empezó en la agencia hace 40 años- ha sido el último en despedirse de su gente y cerrar esta página de la historia de la agencia.
Antes que él salieron profesionales de primer nivel como Gonzalo Sánchez-Taiz y Gregorio Corrochano. Félix Vicente, a quien conozco desde sus inicios al frente de uno de los buques insignia de Interpublic (IPG), ha sabido construir un equipo directivo que se ha mantenido en el tiempo consiguiendo grandes éxitos a todos los niveles, incluido el de new business. Podemos decir que es comparable a lo que en su época gloriosa consiguió la mítica y desaparecida Casadevall Pedreño.
Se me hace duro escribir estas líneas porque no quiero que sean un epitafio sino un merecido reconocimiento público a todo este equipazo. Pero las multinacionales ni tienen corazón ni memoria. Esa es la realidad. Solo tienen una tabla de Excel y unos accionistas que lógicamente no se conforman con lo conseguido y siempre quieren un poquito más.
Los que se queden y los que vengan tendrán el listón muy alto. Porque esta crisis no se puede llevar de un plumazo tantísimos años de logros a todos los niveles. Sería injusto, aunque las multinacionales tampoco saben de justicia. La historia y el tiempo pondrán a cada uno en su sitio. Y el sitio de todos estos profesionales debe estar en lo más alto del Olimpo de los publicitarios de nuestro país.
Desconozco cuáles serán los caminos que van a recorrer a partir de ahora, pero sí puedo decir que aún tienen mecha y un talento que nunca se podrá jubilar. Les deseo lo mejor en sus nuevas andaduras.
Gracias a todos ellos por esta larga y fructífera etapa. Nunca os olvidaremos. Espero veros muy pronto nuevamente en acción, aunque entiendo que el desgaste (físico y moral) ha sido grande. Larga vida a los McCann. Y mucha suerte para Marina Specht.