El Rey tiene el número 10, la Reina Sofía el 11, la Infanta Elena el 12 y su hermana Cristina el 14. Cada año se emiten 6 millones de DNI’s en nuestro país.
La Agencia para la Picaresca desmiente muchos de los bulos y leyendas urbanas que circulan entorno a nuestro ADN burocrático. El origen del DNI lo encontramos el 2 de marzo de 1944 cuando se aprobó el decreto del DNI, desde entonces ha experimentado hasta 7 diseños distintos.
El número 1 se asignó a Francisco Franco quién decidió reservarse el privilegio de asignar los números 1 al 100 para amigos y familiares. El número 2 y el 3 pertenecen a Carmen Polo y Carmen Franco. Del 10 al 99 están reservados a la familia Real, el Rey tiene el número 10, la Reina Sofía el 11, la Infanta Elena el 12, su hermana Cristina el 14 y el Príncipe de Asturias el 15. El número 13 no se asignó a nadie por motivos de superstición.
Los primeros españoles obligados a tener un DNI fueron los presos y aquellas personas que se mudaban con asiduidad también los varones residentes en ciudades de más de 90.000 habitantes. Durante muchos años la asignación de los números fue totalmente manual, de manera que en el año 1987, 1 de cada 3 numeraciones que figuraban en Hacienda eran erróneas o no actualizadas, circunstancia que mejoró a partir del 1991 cuando se informatizó todo el sistema.
Durante centenares de años la vía para controlar la identidad de un ciudadano eran los registros de las parroquias ya que eran las únicas que contaban con registros de la población. En la actualidad proliferan todo tipo de fraudes y timos derivados del uso fraudulento del DNI, algunos familiares siguen utilizando el documento de abuelos o padres fallecidos, evitando de esta manera, gastos derivados del cambio de titularidad en alquileres o suministros. Otro arquetipo de fraude consiste en la compra de DNI’s a vagabundos o indigentes que luego se utilizan para solicitar microcréditos a empresas o comprar teléfonos móviles con el fin de articular acciones delictivas o efectuar llamadas de alto coste a países extranjeros.
Francisco Canals, director de la Agencia para la Picaresca desmiente muchos de los bulos y leyendas entorno al DNI. No es cierto que la terminación de este documento corresponda con un código que emplea la Policía para clasificar a un individuo según su peligrosidad. Este rumor tiene su origen en el año 1951 cuando los primeros carnés se validaban reflejando el estatus social o económico del sujeto.
Otros rumores apuntan a que los DNI electrónicos tienen un chip que permite geolocalizar y monitorizar al sujeto por parte de los entes públicos o que el número que consta en el reverso indica el número de personas que tienen el mismo nombre y apellidos que nosotros, lo cierto es que no es más que un dígito de control y seguridad. Un DNI sustraído puede seguir un largo recorrido (afirma Canals) ya que con este podrá solicitar otros documentos tales como certificados de vida laboral, empadronamientos o certificados en Hacienda y obtener créditos bancarios o comprar automóviles.
El DNI es personal e intransferible (afirma Francisco Canals) y solo cuando fallecemos o entramos en la cárcel nos pueden desproveer de él. Con un DNI se puede abrir una cuenta bancaria a través de Internet, operar con tarjetas de crédito o emitir cheques sin fondos. El director de la Agencia para la Picaresca también alerta sobre la proliferación de sitios web internacionales en los que es posible comprar documentos de identidad extranjeros por precios que no superan los 150 euros. Se trata de fábricas de identidades, en ellas es posible obtener un carnet aparentemente oficial y crear una identidad de periodista, abogado, modelo o cualquier otra profesión.