Las autoridades de Guangzhou, en sureste de China, han decretado la suspensión de las clases presenciales y la restricción de entrada y salida de la ciudad debido a un nuevo brote de coronavirus.
Así, las clases de educación primaria y secundaria se impartirán en modalidad telemática a partir de este lunes, si bien aquellos centros de tercer grado que cuenten con las condiciones adecuadas en sus instalaciones sí podrán impartir las clases de forma presencial.
Asimismo, el Gobierno local ha reforzado sus medidas para el control del virus y ha instado a su población a no salir de la ciudad a menos que sea estrictamente necesario, según recoge la agencia china de noticias Xinhua.
Las autoridades sanitarias han confirmado más de 20 casos a lo largo del fin de semana, mientras que este lunes la cifra ha sido de 27 infecciones. Estos datos que suponen una cifra ínfima en comparación con otros países, ya que el gigante asiático cuenta con una población de 1.411 millones de habitantes y Guangzhou cuenta con más de 13 millones.
Pero aún así, las autoridades chinas han decidido imponer una política draconiana de confinamientos para intentar contener lo que se trataría de una expansión masiva de la enfermedad. Tras el brote de Wuhan a finales de 2019, China adoptó una política «cero COVID» contra el virus, por lo que las autoridades se apresuraron a tomar medidas muy estrictas para evitar su propagación.
En los dos últimos años, los brotes apenas han existido gracias a los tests a grandes partes de la población y a los cierres masivos. Sin embargo, la variante ómicron, detectada en el país por primera vez en enero, ha llevado a China a llevar su política restrictiva más lejos.