Una investigación internacional liderada por la Universidad Complutense de Madrid (UCM) ha descubierto dos nuevas especies de tigre dientes de sable al examinar una de las colecciones de fósiles del Plioceno en Langebaanweg, al norte de Ciudad del Cabo (Sudáfrica), según ha informado la Unidad de Cultura Científica de la universidad.
Los resultados del estudio, publicados en ‘iScience’, han sugerido que la distribución de los dientes de sable de la antigua África podría haber sido diferente de lo que se suponía anteriormente.
La Universidad ha explicado que los tigres dientes de sable constituyen un grupo diverso de depredadores con caninos superiores hiperdesarrollados que empezaron a vagar por África hace unos 7-6 millones de años, en la época en que los homínidos, el grupo que incluye a los humanos modernos, comenzaron a evolucionar.
Así, este trabajo ha descrito un total de cuatro especies. Dos de ellas, ‘Dinofelis werdelini’ y ‘Lokotunjailurus chimsamyae’, eran previamente desconocidas.
La investigación ha detallado además que el ‘Dinofelis’ se distribuye globalmente y sus fósiles se han encontrado en África, China, Europa y América del Norte. Los investigadores esperaban identificar una nueva especie de ‘Dinofelis’ en Langebaanweg basándose en investigaciones previas. Sin embargo, ‘Lokotunjailurus’ solo se había identificado en Kenia y Chad antes de este análisis. Esto sugiere que estuvo presente prácticamente en todo el continente hace entre 7 y 5 millones de años (final del Mioceno Superior y principio del Plioceno).
«Nuestro análisis filogenético es el primero en tener en cuenta las cuatro especies de Langebaanweg. El material conocido de los tigres dientes de sable en esta región era relativamente pobre, y la importancia de estos dientes de sable no ha sido debidamente reconocida», ha comentado el investigador de la Facultad de Ciencias Geológicas de la UCM y autor principal del trabajo, Alberto Valenciano.
Para construir un árbol genealógico, los investigadores han clasificado los rasgos físicos de cada especie de dientes de sable, como la presencia o ausencia de dientes, su estructura, y la forma de la mandíbula y el cráneo. Con esta información codificada en una matriz, y mediante análisis filogenéticos punteros, han determinado el grado de parentesco con otras formas fósiles ya descritas y otros félidos actuales.
El estudio ha indicado además que la composición del conjunto de félidos de Langebaanweg, incluyendo tigres dientes de sable y felinos como Machairodontini, Metailurini y Felinae, ha reflejado el aumento de las temperaturas globales y los cambios ambientales de la época del Plioceno.
De este modo, la presencia de ciertos Machairodontini (Lokotunjailurus), que son de mayor tamaño y están relativamente más adaptados a correr, ha sugerido que había entornos de pastizales abiertos en Langebaanweg. Sin embargo, la presencia de los Metalaurini (Dinofelis) ha sugerido que también había ambientes más cubiertos, como los bosques.
Los investigadores han destacado que el hecho de haber encontrado ambas especies ha insinuado que Langebaanweg contenía una mezcla de bosques y pastizales hace 5,2 millones de años, pero la alta proporción de especies de Machairodonti en comparación con otras localidades fósiles de Eurasia y África confirman que el sur de África estaba en transición hacia áreas tipo pastizales más abiertas durante este período.
Otra de las conclusiones que se destacan de la investigación es que la composición de dientes de sable en esta zona es muy similar a la encontrada en Yuanmou, China. De hecho, el tigre dientes de sable ‘Longchuansmilus’ de Yuanmou podrían tener una estrecha relación evolutiva con las especies africanas de ‘Lokotunjailurus’.
«Esto sugiere que el ambiente de las dos regiones durante el Mio-Plioceno era similar o que había una posible ruta de migración entre Langebaanweg y Yuanmou», ha explicado el paleontólogo de la Universidad de Pekín Qigao Jiangzuo.
«Los dos nuevos dientes de sable son solo un ejemplo de los numerosos fósiles inéditos de Langebaanweg alojados en Iziko en las Colecciones del Cenozoico», ha concluido la conservadora y paleontóloga del Museo Iziko de Sudáfrica, Romala Govender.