Irlanda del Norte acude a las urnas con la perspectiva de un posible giro político

Irlanda del Norte celebra este jueves elecciones parlamentarias, por primera vez con el nacionalista Sinn Féin como favorito en los sondeos, lo que de confirmarse supondría un giro político sin precedentes y obligaría a reconfigurar los equilibrios de poder tanto en Belfast como en Londres.

Los Acuerdos de Viernes Santo sentaron en 1998 las bases de un escenario basado en el reparto de poderes, pero la balanza siempre se había inclinado del lado del Partido Democrático Unionista (DUP), partidario de la integración de Irlanda del Norte en el conjunto de Reino Unido.

Sin embargo, los sondeos conceden en esta ocasión al DUP una intención de voto que ronda el 20 por ciento, a seis o siete puntos del Sinn Féin, antiguo brazo político del IRA y defensor de la unificación del Úlster con Irlanda.

Si se confirma, la formación nacionalista estaría en disposición de presentar a su candidata, Michelle O’Neill, como futura primera ministra norirlandesa. Sería una victoria más simbólica que práctica –las dos facciones están obligadas a compartir el poder–, pero agravaría la crisis del unionismo, que cotiza a la baja desde las elecciones de 2017.

En juego están los 90 escaños que conforman la Asamblea de Stormont, donde podría ganar peso también el Partido de la Alianza, una formación liberal surgida en los setenta como alternativa a los grandes bloques y que se aspira a afianzarse como tercera vía.

ECOS EN LONDRES

La onda expansiva de las elecciones norirlandesas amenaza igualmente con llegar a Londres, en la medida en que una de las lecturas que ya se anticipa en caso de victoria del Sinn Féin es que implicaría un rechazo a las tesis defendidas por el Gobierno de Boris Johnson en cuestiones clave como el Brexit.

Johnson reivindica su supuesto derecho a reescribir el acuerdo de divorcio entre Reino Unido y la UE y tiene entre sus principales recelos el Protocolo de Irlanda del Norte, establecido para evitar una ‘frontera dura’ en la linde terrestre con Irlanda pero que obliga a establecer controles en las conexiones con la isla de Gran Bretaña.

El DUP reclama la retirada del protocolo como condición para volver a compartir el Gobierno, pero para el Sinn Féin esto implica «retener a todos para cobrar un rescate», como afirmó el martes O’Neill en el último debate televisado entre candidatos.

«Por supuesto que estoy comprometido con llevar al DUP al Ejecutivo, pero debemos atajar el tema del protocolo», ha insistido, por su parte, el representante del DUP, Jeffrey Donaldson, para dejar claro que no contempla cambios sobre este tema.

Uno de los principales negociadores británicos para el Brexit, David Frost, partidario también de modificar los acuerdos específicos para Irlanda del Norte, instó la semana pasada durante un evento en Londres a no cobrarse en las urnas este jueves el posible descontento general hacia Johnson, lastrado por una serie de escándalos en los últimos meses, según la agencia de noticias Bloomberg.

Lo cierto es que el primer ministro británico ha basado gran parte de sus alegatos ante Bruselas en que el rechazo al protocolo es mayoritario entre la ciudadanía del Úlster y una derrota del DUP podría dar al traste con este tipo de argumentaciones.

EN BUSCA DE LA ESTABILIDAD

Todas las partes esperan que los comicios sirvan al menos para marcar un punto de inflexión y lograr algo de estabilidad tras unos años convulsos, con sucesivas caídas de gobiernos y vacíos de poder que incluso obligaron a Londres a tomar las riendas de la región en 2017.

La última crisis tuvo lugar en febrero, cuando dimitió el entonces ministro principal norirlandés, Paul Givan, después de que el ministro de Agricultura decidiese suspender los controles a los productos llegados desde Gran Bretaña.