El presidente de la Asociación Bancaria Española (AEB), José María Roldán, arremetió hoy sobre los crecientes colchones de capital exigidos en Europa a la banca, porque contribuyen a elevar la desconfianza del inversor sobre la salud de las entidades en lugar sofocarla.
El banquero denunció que hay “una especie de subasta al alza” del umbral de capital exigido “que no entiendo”. “Lo que van a pensar los inversores es: ¿qué están viendo que no vemos?”, indicó al ser cuestionado sobre el tema de capital en una rueda de prensa tras la Asamblea General celebrada por la AEB.
El colchón mínimo de capital exigido a las entidades de máxima calidad ha escalado al 7-8% en la penúltima normativa de Basilea, frente al 1-2% previo, si bien en los mercados se ha instalado la creencia de que el supervisor quiere que lo eleven al 12% y aún queda por construir otra hucha: el colchón anticrisis. Se trata de una red en recursos propios y emisiones de deuda capaz de absorber pérdidas y susceptible de llegar al 25% -el bautizado como MREL regulatorio-.
“Al final, si estamos permanentemente aumentando el capital, el mensaje que estamos mandando es muy confuso”, insistió. No solo pone en guardia, dijo, al inversor sobre lo qué puede temer el supervisor, sino que, al no frenarse dicha demanda, también le ahuyenta si sospecha que la entidad podría pagar menos dividendo para construir dicha inacabable hucha.
La razón detrás de la escalada regulatoria es “el complejo” de que la normativa era muy flexible, algo que admitió que pudo ser verdad “hace unos años” y ahora hace que la eurozona sea la “más exigente con sus bancos”. “¿Tiene sentido continuar esa tendencia? Yo creo que no», opinó.
A juicio de Roldán, esto puede estar detrás de la falta de interés, por ejemplo, de los bancos americanos en entidades europeas. “Es muy descorazonador”, confesó, porque penaliza a las valoraciones bursátiles y más cuando Europa además no ha derribado todos los escollos a las fusiones entre entidades de diferentes países, y las entidades precisan acopiar capital. “Si no hay fusiones transfronterizas claramente estamos en una situación donde la unión bancaria ha fracasado”, indicó.
Un efecto de esta carga regulatoria es que presiona aún más los estrechados márgenes de la industria y convierte en un desafío superior mejorar la rentabilidad. Roldán sacó pecho por los bancos socios de la AEB, que el pasado año elevaron su rentabilidad sobre recursos propios (ROE) al 7,4%, frente al 6,2% del ejercicio 2017 y el 4,1% existente dos años atrás. Sin embargo, admitió que todavía se encuentra por debajo del 10% del coste de capital.
Los bancos españoles obtuvieron un beneficio atribuido de 14.846 millones de euros el pasado año, cuantía que supone un aumento del 23% interanual gracias, de manera especial, a la contención de los gastos y menores provisiones.
Roldán reconoció que el reto de la rentabilidad es desafiante cuando los tipos de interés continúan estando a niveles muy bajos, pero es el escenario que hay y difícilmente cambiará con la desaceleración de la economía en la eurozona. “Toca remar contracorriente, pero es lo que hay”, indicó al respecto.
Entre las teclas a tocar coincidió con el Banco de España en la búsqueda de mayores eficiencias y eso podría redundar en ajustes de sucursales adicionales, aun cuando reivindicó que la banca española tiene ahí uno de los ratios mejores de Europa.
Una buena noticia es que la banca ya está pasando página del ladrillo. “En España eso ha dejado de ser un problema”, relató tras las fuertes ventas de carteras efectuadas por las entidades durante el ejercicio 2018.
Como indicio dijo que el índice de morosidad bajó el año pasado del 4,6 al 4,1%, a menor ritmo, síntoma de que “estamos al final de reducción”, si bien consideró factible que a medio plazo aún disminuya hacia “el entorno del 2%”.
Al haber hecho el grueso de esa limpieza, la partida de provisiones irá a menos después de que el pasado ejercicio ya consumiese apenas un 21% del margen bruto, cuando en el ejercicio 2010 devoraba más del 30% de la partida.