El freno en la declaración de nuevos impagos y la venta de las gigantescas carteras de inmuebles está permitiendo a la banca reducir el esfuerzo en provisiones para saneamientos que ha estado devorando sus resultados durante años a cotas no vistas desde finales de 2011.
Su ‘hucha’ en provisiones se situó en 101.051 millones de euros a finales de octubre, la menor cuantía desde que en noviembre de 2011 saltó en solo un mes desde 97.490 a 125.000 millones en plena crisis para reforzar un balance fuertemente erosionado con la incontenible sangría en impagos.
De ese importe, apenas 46.198 millones corresponden a red en dotaciones frente a créditos dañados y de dudoso cobro, siendo la cuantía restante provisiones para depreciaciones de inmuebles recibidos en pago por deuda o ejecuciones hipotecarias, y para deterioros en otros activos.
La crisis y el ‘crash’ inmobiliario posterior dinamitó en las cañerías de la banca en forma de los activos improductivos que han condenado sus cuentas y la solvencia en los últimos ejercicios fomentando incluso fusiones entre entidades para encarar mejor el problema.
Aún hoy el Banco de España sitúa entre los grandes deberes pendientes acelerar el desagüe de las carteras problemáticas para que dejen de consumir recursos en forma de provisiones y costes de gestión y permitan así mejorar una rentabilidad que todavía no alcanza los umbrales exigidos por el mercado, en parte por dicho lastre.
Antes de estallar la crisis, la banca mantenía alrededor de 35.000-37.000 millones en dotaciones, en su inmensa mayoría para créditos que presentaban problemas.
La tasa de créditos dudoso marcó mínimo histórico en el 0,719% en diciembre de 2006, y empezó a subir a partir de entonces, aunque el avance vertiginoso tendría lugar a partir de 2009, llevando el indicador a marcar su récord en diciembre de 2013 en el 13,618%, incluso sin recoger por completo el valor de los activos dañados (impagos en créditos e inmuebles adjudicados), ya que un año antes se había evacuado una parte considerable del problema al banco malo o Sareb.
Una situación que obliga a la banca a acopiar, en detrimento de sus cuentas y dividendos, constantes provisiones. En diciembre de 2012 y coincidiendo con la puesta en marcha del banco malo la hucha supera los 192.578 millones (123.628 millones para créditos con impagos, y el resto para inmuebles).
Habrá que esperar hasta casi 2015 para que esa red empiece a reducirse, aunque ha sido en los últimos tiempos cuanto la banca se ahorra, de verdad, dinero en dotaciones.
En el último año, el esfuerzo se ha reducido un 22% y la red de provisiones cae desde 129.978 millones a los citados 101.051 millones.
Una razón es que la morosidad está en caída casi libre. Las entidades tenían en el mismo mes de octubre 73.870 millones de euros en créditos dudosos, lo que supone un 6,08% del crédito vivo y la cuantía más baja desde que en enero de 2009 contabilizaron 72.403 millones.
La otra y determinante es que se han desecho de cientos de miles de millones en inmuebles adjudicados y crédito promotor con su venta total o mayoritaria a fondos especializados como Apollo, Blackstone o Cerberus, que les permite desconsolidar el riesgo y con él, también las dotaciones.